7. Nuestra Situación Intelectual

            (NHD, pp.29-57)

 

            Responde este escrito a la lección de despedida que dio Zubiri en la Universidad de Barcelona en mayo de 1942. Es un texto muy elaborado. Yo diría que es un primer estudio 'Sobre la Inteligencia'.

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            Una visión de la realidad humana desde su capacidad de desarrollo. Inteligencia que a la vez que comprende, encuentra dentro de sí resortes, o posibilidades para ampliar su capacidad en el dominio y conocimiento de sus propias construcciones. Y sin embargo la crisis está servida. El análisis de ésta lo va a realizar Zubiri, al hilo de la ciencia como saber de un mundo en el que el hombre tiene que hacerse la vida.

            Divide el estudio en tres grandes apartados. I. LA FUNCION INTELECTUAL. II. LA VERDAD Y LA CIENCIA. III. CIENCIA, FILOSOFIA, VIDA INTELECTUAL. Es un planteamiento cíclico:

            La función intelectual busca la verdad, esta búsqueda engendra un saber, la concreción de este saber es la ciencia. La relación de la ciencia como saber con la filosofía como saber, tiene su problemática a nivel de fundamentación de la vida intelectual.

 

I. LA FUNCION INTELECTUAL. NHD 29—37

Va determinando en qué consista esta función intelectual, describiendo la problemática de la tal función. La crisis del intelectual es una crisis existencial:

                        "'...rodeado de confusión, desorientado e íntimamente descontento consigo mismo".(NHD 29)

 

            ¿De dónde nace esta situación que afecta al intelectual a niveles de inquietud de ser o no ser?.

            Es el siglo XX una de esas épocas privilegiadas de la historia en las que el hombre se encuentra con la experiencia de un acontecer que marca una nueva posibilidad en la vida de la humanidad. Viene ésta dada por la ciencia moderna.

            La confusión en la ciencia, no viene motivada, según Zubiri, por una crisis de principios: los principios en los que se apoyan las fases del saber en la historia de la ciencia, no hacen otra cosa que posibilitar la comprensión de su propio objeto. Nombres como los de Aristóteles, Arquímides, Galileo, Newton, Einstein y Max Planck, representan para Zubiri los hitos de los siempre renovados principios de la Física como saber comprensivo de la Naturaleza.

            La confusión de la ciencia viene sobre todo propiciada por una especie de homogeneización de la multitud de saberes que en nuestro mundo tienen la etiqueta de ciencia:

                        "El sistema de las ciencias se identifica con la división del trabajo intelec

 

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tual, y la definición de cada ciencia, con el ámbito estadístico de la homogeneidad del conjunto de cuestiones que abarca el científico."(NHD 30)

 

            La clave está en que no se atiende con precisión a la determinación del objeto de cada ciencia: 'no se sabe dónde comienza y termina una ciencia, porque no se sabe estrictamente hablando, de qué trata'. La determinación del objeto, va a ser una de las inquietudes del hacer filosófico de Zubiri. Todo saber es de objetos, esta formulación clásica —como es sabido—, fue uno de los acicates del que hacer filosófico de  Kant. En sus Críticas aborda definitivamente este problema. El modo de afrontarlo va a condicionar la manera de configurar eso que ha venido en llamarse el mundo objetivo y el papel que en su determinación juega la inteligencia. (En esta misma Obra, Zubiri trata el problema en el capítulo —Ciencia y Realidad—, que hemos de analizar a continuación).

            La falta de determinación del objeto conlleva la dispersión del saber. Dice gráficamente Zubiri: 'En siendo «científicos», todos los saberes poseen el mismo rango' (NHD 31). Esta dispersión es otra de las fuentes del desconcierto de la vida intelectual.

            Descartes quiso en su tiempo unificar los distintos saberes partiendo de la idea que La inteligencia es como el origen único de los distintos saberes. Esta especie de sustancialidad de la Inteligencia, -ya sabemos por la crítica del mismo Zubiri (cf.IRE 20)-, va a quedarse en un resaltar la conciencia como único punto de referencia de la subjetividad humana. Esto, si cabe, va a crear más confusión aún en la orientación de lo objetivo dentro de la vida intelectual.

            El modo de afrontar la realidad por parte del saber de ciencia va a partir de «los hechos»:

                        "Toda ciencia parte, en efecto, de un positum: el objeto, que «está ahí», y no lo considera sino en tanto que está ahí. Parece, entonces que todas las ciencias han de ser equivalentes en cuanto ciencias, precisamente porque todas son «positivas». La radical positivación de la ciencia actúa como un principio nivelador."(NHD 31)

 

            La identificación del 'estar ahí' con lo que sea la configuración del objeto, entiende Zubiri que es lo problemático. La via de la objetualidad va a ser uno de los puntos claves de su Noología, y su enfrentamiento frontal con las Críticas de Kant: (cf.INTELIGENCIA Y RAZON [IRA] 171 y ss.). Dentro de este mismo apartado volverá a salir el tema del objeto.

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            A parte de la confusión, se da una desorientación -dice Zubiri-, por la falta 'de lugar definido en el mundo actual' para la función intelectual. Se da una especie de saturación entre conocimientos de todo tipo y el desconcierto en el orden de las verdades. Se vive intelectualmente de un criterio de utilidad: el interés inmediato que reporta el saber de las cosas. Tanta inmediatez hace perder la perspectiva respecto de medios y fines. Hay un ámbito de caos desde el que no es posible descubrir algo tan elemental como el 'que la función intelectual viene inscrita en un mundo, y que las verdades, aun las más abstractas, han sido conquistadas en un mundo dotado de preciso sentido'.(NHD 33)

            La función catártica de la matemática para los pitagóricos; o el servir de mediación a Galileo para la medición de la estructura de la naturaleza; la relación de la Anatomía con las creencias de los egipcios en la divinidad del cuerpo humano; o la fidelidad de los indios a la hora de mantener el recuerdo de sus antepasados, como origen de la Historia. Sea de ello lo que fuere, sí es claro que todo saber, y cuanto más riguroso sea, necesita del ámbito de un 'mundo' donde adquiere y mantiene su sentido. La pérdida de este sentido hace que la misma ciencia se desoriente. Esta desorientación no es más que la pérdida de la ilusión por la verdad:

                        "...las ideas se convierten simplemente en esquemas de acción, en recetas y etiquetas. La ciencia degenera en oficio, y el científico en clase social: el «intelectual»".(NHD 34)

 

            Esta confusión y desorientación puede que lleve al hombre, dice Zubiri, a tal 'descontento consigo mismo', que lo normal es que recapacite. Entra el hombre en sí mismo, y ve el contraste entre sus métodos y la propia inteligencia. Es víctima de sus propias técnicas desaforadas de buscar ideas y verdades sin criterio definido. Vuelve a salir aquí el tema del objeto:

                        "Es un profundo error pensar que la ciencia nace por el mero hecho de que su objeto exista y de que el hombre posea una facultad para conocerlo."(NHD 36)

 

            Como inicio de solución, anuncia Zubiri uno de sus grandes temas para afrontar la crisis no sólo de la coyuntura intelectual, sino de la problemática filosófica en general:

                        "Hace falta que se den ciertas posibilidades. Penosa y lentamente, el hombre ha ido tejiendo un sutil y vidrioso sistema de posibilidades para la

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ciencia. Cuando se desvanecen, la ciencia deja de ser viva para convertirse en producto seco, en cadáver de la verdad".(NHD 36)

 

            Desde esta perspectiva va a proponer Zubiri una nueva relación entre el intelectual y su saber. Ello es lo mismo que decir que hay que revisar las posibilidades de la inteligencia, su visión de la realidad, y consiguientemente recuperar de nuevo, la vía de la verdad. Es muy importante recordar que para Zubiri la «verdad» es algo físico y como tal tiene capacidad de poseernos, es como una especie de «pathos»:

                        "La ciencia nació solamente en una vida intelectual. No cuando el hombre estuvo, como por un azar, en posesión  de verdades, sino justamente al revés, cuando se encontró poseído por la verdad. En este «pathos» de la verdad se gestó la ciencia."(NHD 36)

 

 

II. LA VERDAD Y LA CIENCIA. NHD 37—49

            Insinuaba al principio del presente comentario, que este estudio de Zubiri era un primer esbozo sobre la inteligencia —vía de la verdad—. Este apartado creo que es buena prueba de ello.

Los tres caracteres con los que ha definido la situación de su tiempo, (que bien puede decirse que sigue siendo la nuestra):

            ['1. La positivación niveladora del saber

            2. La desorientación de la función intelectual.

            3. la ausencia de vida intelectual.'(NHD 36)].

            Zubiri las califica de desviaciones de la verdad y de la ciencia.

Es importante reducir el texto a esquema:

.Descripción de la verdad:

            . como 'posesión intelectual de la índole de las cosas'.

            . como 'acuerdo del pensamiento con las cosas'.

            Como condición previa, las cosas han de estar propuestas, si no, no hay actividad intelectual: (En su momento Zubiri va a volcarse «filosóficamente» sobre esta 'situación'; y su problemática primera será dar con lo que las cosas tienen de entidad.)

                        "...a esta patencia de las cosas puede darse radicalmente el nombre de verdad"(NHD 38)

 

            Ahora bien, las cosas no se dan así de fáciles al entendimiento, hay que saber acercarse a éllas:

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                        "Este modo o camino de acercarse a ellas es lo que desde antiguo se ha llamado méthodos, método [...] He aquí la primera condición de la verdad: atenerse a las cosas mismas".(NHD 39)

 

            En este aprender a acercarse a las cosas, hay un modo 'eficaz' de hacerlas presentes. Es el saber interrogar a la naturaleza para que nos presente las cosas en su orden de inteligibilidad. Esta es una especie de «habitud», o modo de haberse con las cosas. La experiencia de la Fisica es decisiva a este respecto:

                        "Las mayores conquistas de la física moderna se deben al audaz impulso con que el hombre, en lugar de seguir a la naturaleza, se anticipa a ella mediante un interrogatorio."(NHD 39)

 

            Y aquí sí que estamos ante una grave cuestión: siendo la ciencia un saber tardío en la historia de la humanidad, aun de la occidental, se pregunta Zubiri, de dónde nace esta capacidad de preguntar. Su respuesta va desvelarnos una de las afirmaciones más 'zubirianas', si así se puede hablar:

                        "El sistema de preguntas nace de la estructura total de la situación de la inteligencia humana". (NHD 41)

 

            Es desde la consideración de la Inteligencia humana, en su visión total —dirá con el tiempo, estructural—, desde donde el tema de la verdad aparecerá en toda su complejidad y 'eficacia' para la comprensión de la realidad:

                        "...en su situación concreta el hombre esboza un proyecto, un modo de acercarse a las cosas e interrogarlas, y sólo entonces dan éstas la respuesta en que se constituye el acuerdo con ellas: la verdad".(NHD 41)

 

            Vamos a ir por pasos en el análisis de estas afirmaciones de Zubiri. Tienen una importancia decisiva para entender la inquietud y el planteamiento que 20 y 40 años más tarde hará en sus obras de «Sobre la Esencia» y de «Inteligencia Sentiente».

            Lo primero vamos a considerar la idea de «mundo y ciencia». El texto que va a continuación se explica por sí mismo: creo que abre un panorama a nivel de origen histórico, dentro de la obra de Zubiri, para encontrar un nuevo camino metafísico. Digamos «método», al menos provisionalmente:

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                        "El hombre en efecto, no tiene ante sí todas las cosas, ni el todo de ninguna. Pero con estos fragmentos de fragmentos, gracias precisamente a que queda oculto para él este su carácter fragamentario, el hombre se lanza naturalmente a constituir su mundo, esa totalidad sólo en la cual se da y puede darse cada una de las cosas. Es obvio entonces que la ciencia comience por disolver, por lo menos intencionalmente, ese mundo ingenuo para reducirlo a sus justas proporciones cognoscitivas. Esta justa proporción está expresada en el vocablo «los hechos»: lo que está ante mí, tan sólo por estarlo y en la medida en que lo está, sin la menor intervención por mi parte."(NHD 41)

 

            Zubiri va a insistir en su obra cumbre de la Trilogía, sobre el planteamiento del análisis acerca de los hechos (cf.IRE 20).

            Pero aquí el difícil equilibrio de mantenerse en la consideración de los hechos constituye el «desde» que pone en primer plano las desviaciones a que su análisis da pie, en la búsqueda de la verdad por la ciencia:

                        "La reducción de las cosas a hechos, y de éstos a datos sensibles, lleva inexorablemente a la idea de una vida intelectual en que todos los saberes son equivalentes, y cuya dispersa unidad está dada tan sólo en la enciclopedia del saber entero. Tal fue la obra del positivismo".(NHD 41)

 

            Hay que insistir que en la Trilogía se va a establecer el análisis del acto intelectivo (por contraposición a lo que tradicionalmente se llamó el análisis de facultades, o el discurrir metafísico sobre una teoría de la inteligencia). Ello es de importancia decisiva para la filosofía de Zubiri.

            Cuando califica la «verdad» como una necesidad, larvadamente está calificando la inteligencia humana como una «habitud», o modo de haberse con las cosas para el propio interés vital:

                        "La verdad no es algo que simplemente se da, algo con que el hombre se encuentra; la verdad es algo más que un hecho: es una necesidad. El hombre necesita saber cómo van a ir ocurriendo las cosas, si no quiere verse perdido entre ellas. Y esa necesidad es la que le llevó al hombre a modelar la manera de enfrentarse con aquéllas." (NHD 42)

 

            Ante la postura del positivismo, reacciona la ciencia apoyada en el modo matemático de interrogar a la naturaleza, y eso precisamente porque los datos empíricos como tales no nos dan de por sí ningún orden de inteligibilidad. De ahí que la ciencia que se origina en el siglo XIX va a consistir en buscar modos prácticos de ponerse de acuerdo con las cosas:

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                        "La verdad es un acuerdo con las cosas, pero sobre todo con las cosas futuras; y por tanto, vista desde el presente, una ley verdadera no es sino un intento para dominar el curso de aquéllas. La vida intelectual es entonces la progresiva creación de fórmulas que permiten manejar la realidad con el máximo de sencillez. Su verdad se mide tan sólo por su eficacia. Es el pragmatismo, prolongación natural del positivismo".(NHD 42)

 

            Con el pragmatismo aparece una sutil dimensión de la función de la actividad mental en el «oficio humano». Esta va a ser una idea decisiva en la consideración zubiriana. Es la idea de 'lo biológico' en la inteligencia humana:

                        "Para el pragmatismo, la vida mental es un caso particular de la biología'.(NHD 43)

 

            Zubiri va a ver en esta consideración, no un aspecto excluyente de la inteligencia, sino un momento entre otros, definitorio de su esencia. El hombre como realidad viva es para Zubiri 'un zoion que articula un bios': (la idea de habitud va a brotar de la madurez intelectual de estas consideraciones).      Uniendo esta idea con la anterior, de que sólo en una situación determinada le es dado al hombre la verdad de las cosas, ve Zubiri en el dinamismo de la historia el ámbito determinado para la actividad intelectual:

                        "Es cierto que la verdad no puede ser lograda más que por una manera especial de acercarse a las cosas, pero esta manera está ya dada en el modo general con que el hombre por su bios está situado ante aquéllas. El dinamismo de las situaciones históricas es lo que condiciona el origen de nuestro modo de aproximarnos a la realidad, hállese o no plasmado en un cuestionario explícito."(NHD 43)

 

            Esta idea de lo histórico va a ser fecunda en la obra posterior y madura de Zubiri:'el hombre como animal de posibilidades', tal vez sea la modulación que arranca de la formulación clásica zubiriana, del hombre 'como animal de realidades'.

            Por último ya desde el pragmatismo, es fácil el deslizamiento hacia un historicismo, totalmente propio de nuestros días. La cita es esclarecedora:

                        "La verdad es el valor de la inteligencia. Y como todo valor, no existe sino por el sentido que adquiere en una situación. Cada época, cada pueblo, tiene su sistema de valores, su diverso modo de entender el universo

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-más valioso en unos que en otros- pero reflejo siempre de una situación histórica, sin que ninguno tenga derecho a arrogarse el carácter de único y absoluto. Es el historicismo, aliado fácil del pragmatismo.'(NHD 44)

 

            Hasta aquí analiza Zubiri las desviaciones a que está sometida la verdad por la situación de la inteligencia en el mundo 'moderno'. Todo ello tiene que ser considerado en función de la estructura de la verdad. La estructura como tal de la verdad es preocupación de primer plano en la filosofía de Zubiri. A cada momento de esa estructura corresponde en el análisis de Zubiri una de las tres desviaciones apuntadas. Veámoslo esquemáticamente:

            Al momento  de la verdad como 'expresión de lo que hay en las cosas', si se toman éstas como datos empíricos, tenemos la desviación del positivismo.

            Al momento de la verdad como 'modo de interrogar a la realidad', si se toma este interrogatorio como la necesidad humana de hacerse con el dominio de las cosas, tenemos la desviación del pragmatismo.

            Al momento de la verdad como existiendo 'desde una situación determinada', si se entiende esta situación como un estado objetivo del espíritu, tenemos la desviación del historicismo.

            Al ser la ciencia como saber, una pertinaz búsqueda de los hechos como fundamento de la verdad adquirida, hay como una especie de figura del intelectual, que pienso está descrita en este párrafo:

                        "La vida intelectual es un esfuerzo por ordenar los hechos en un esquema cada vez más amplio y coherente; es un enriquecimiento de la enciclopedia del saber. La vida intelectual es un esfuerzo por simplificar y dominar el curso de los hechos: la expresión de nuestra curiosidad europea."(NHD 45)

 

            Esta especie de conexión «irremediable» entre las cosas y la ciencia, acaba por convertir a ésta en la suministradora de cosas para el hombre. Y esto sí es lo grave. Pues trae a primer plano la inquietante pregunta de si la penuria en la posesión del objeto es algo constitutivo de la propia inteligencia, por debajo de la actividad de la ciencia como saber determinado. Vamos a detenernos un tanto en la consideración de esta idea.

            A estas alturas del análisis, identifica Zubiri la visión sobre la inteligencia con la estructura del pensar. Y esta estructura contrasta con la estructura de la impresión sensorial. De esta consideración en paralelo, parte Zubiri para dar salida a la problemática entre «verdad y ciencia»:

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                        "El pensamiento, por su propia estructura, no puede recibir impresión ninguna si no es desdoblando, por así decirlo, su contenido. El acto más elemental de pensar desdobla la cosa en dos planos: la cosa que es y aquello que ella es. El «es» es la estructura formal y objetiva del pensar."(NHD 46)

 

            El pensamiento sitúa las cosas a distancia suficiente como para que «adquieran» la capacidad, por decirlo así, de «ser»: El más modesto de los datos sensibles es para el pensar una expresión de algo que es. Esta situación de «posesión»:-" el cómo de «tenerlas» es paradójicamente «colocarlas a distancia»"-, nos está indicando el modo héxico con que Zubiri describe la actividad pensante. Pero es que lo héxico como tal, todo ello pertenece al ámbito del sentir.

            Siempre ha considerado Zubiri al pensamiento como inseparable de la sensibilidad, sin que hasta la etapa de madurez entre de lleno en este problema. Por lo que a este momento se refiere, el pensamiento se mueve entre cosas, —«está» entre ellas—, de ahí que pueda proponerse estar o no de acuerdo con ellas. Y esto es una vía de verdad:

                        "...hay una verdad primaria, que es precisamente la que plantea la necesidad de discernir unas cosas de otras, y de decidir este discernimiento con logos. De ahí que a las tres condiciones de la verdad, a que antes aludía, les sea constitutiva una primaria e inamisible unidad entre el pensamiento y las cosas."(NHD 47)

 

            La confusión del pensamiento, o mejor la identificación de la función de pensar con la función de sentir es lo que a juicio de Zubiri produce las desviaciones de la verdad. En las cosas está el «desde» para el equilibrio funcional entre pensar y sentir. Todo va a consistir —en la mente filosófica de Zubiri—, cómo las cosas lleguen a ser tales para la inteligencia. Este modo de afrontar la cuestión va a constituir la labor intelectual de Zubiri: el descubrimiento de la realidad como «fundamento—de» (desvelamiento de lo que las cosas «son»: donde el ser no es lo primario, sino «actualidad» de eso que es lo primario):

                        "Son las cosas las que nos imponen nuestros esfuerzos. Por esto, la ciencia no es una simple adición de verdades que el hombre posee, sino el despliegue de una inteligencia poseída por la verdad. Entonces, las ciencias ya no se hallan meramente yuxtapuestas, sino que se exigen mutuamente para captar diversas facetas y planos de diversa profundidad, de un mismo objeto real. La vida intelectual es un constante esfuerzo por mantenerse en esta unidad primaria e integral."

                        (NHD 48)

p.124

 

            A nivel de saberes, puede sospecharse que la ciencia no agota el modo de acercarse a las cosas para —como dirá en la Trilogía—, arrancarles algunas esquirlas de su intrínseca inteligibilidad. Y por ello, aquí va a situarse la filosofía como saber.

 

III. CIENCIA, FILOSOFIA, VIDA INTELECTUAL (NHD 49—57)

            La desorientación de la ciencia no es sino una especie de prenuncio de lo que va constituir el verdadero problema para el hombre. El no encontrar la situación adecuada no es más que un síntoma de la aparición de un fenómeno más radical:

                        "El desarraigo de la inteligencia actual no es sino un aspecto del desarraigo de la existencia entera."(NHD 50)

 

            La actividad de la inteligencia supone para Zubiri el arranque ante una nueva situación existencial. La inteligencia en su capacidad de 'revolverse' sobre sí misma, queda ante sí. Pero este quedar ante sí es quedar en la capacidad de 'discernir' la verdad como vía entre distintas posibles desviaciones.            Desviaciones con las que se encuentra en la consideración de su propia situación desconcertada y desconcertante. Las cuestiones que la inteligencia se plantea, -según Zubiri-, son tres:

            Ante la positivación del saber, la inteligencia se esfuerza por establecer un nuevo modo de considerar la totalidad de los saberes

                        "...abarcando en su mirada todo lo positivo, hace de ello objeto de una consideración transpositiva, o transcendental. Es un saber que no es de esto o de lo otro, sino de todo, pero de otra manera. No es un saber más entre los otros saberes, sino una nueva especie de saber.'(NHD 50)

 

            Ante la desorientación producida por las distintas visiones del mundo o la falta, o la misma contradicción sobre ellas, lleva a la inteligencia a la consideración de una radical consideración mundanal:

                        "El problema de la desorientación en el mundo nos llevará análogamente a una consideración de las diversas formas del mundo [...] para abarcarlas a todas en una consideración, por así decirlo, trans—mundana, transcendental a su modo." (NHD 51)

 

            Por último, y es lo decisivo, la falta de vida intelectual llevará a la inteligencia a la consideración sobre su propia función:

p.125

                        "El problema  de la ausencia de la vida intelectual nos llevará, finalmente, a una consideración de la inteligencia [...] para esclarecer la índole de la función intelectual en cuanto tal. Una especie de consideración trans—intelectual o transcendental." (NHD 51)

 

            Estamos ante la posibilidad de la Filosofía:

                        "Precisamente por tratarse de un saber radical y último. La filosofía se halla montada, más que otro saber alguno, sobre una tradición".(NHD 52)

 

            La filosofía ha de hacerse; de ahí que parta siempre de una situación concreta. El definir esto será tarea que compromete a todo el hombre. El triple objeto de la filosofía, -ser, mundo y teoría-, constituye según Zubiri, lo problemático de la tarea intelectual. La confluencia descrita entre positivismo, pragmatismo y historicismo, viene a constituir una especie de aceleración poco propicia para la reflexión intelectual clarificadora. Es lo que Zubiri describe como diferencia entre lo urgente y lo importante:

                        "La urgencia arrastra al hombre contemporáneo, y su interés se vuelca en lo inmediato. De ahí la grave confusión entre lo urgente y lo importante, que conduce a una sobreestimación de las decisiones voluntarias respecto de la remota e inoperante especulación teórica". (NHD 54)

 

            Es importante traer a la memoria cómo la Filosofía nace y se renueva en una determinada situación. De ahí que este estudio lo termine Zubiri haciendo un recorrido, en flasch, por los avatares en el tiempo, de la «razón» filosófica. Merece la pena transcribir con algunos puntos suspensivos, la bella síntesis zubiriana:

                        "Nadie elige su situación primaria. Incluso al primero de los hombres, Dios lo creó en una situación que no fue obra suya: el Paraíso. La filosofía no está substraída a esta condición. Nació apoyada en la naturaleza y en el hombre, que forma parte de ella, dominados ambos, en su interna estructura y en su destino, por la acción de los dioses [...] Unos siglos más tarde, Grecia asiste al fracaso de este intento de entender al hombre como ser puramente natural. La naturaleza, huidiza y fugitiva, arrastra al logos humano. Grecia se hundió para siempre en su vano intento de naturalizar al logos y al hombre [...]

 

p.126

                        El cristianismo salva al griego, descubriéndole un mundo espiritual y personal que transciende de la naturaleza [...] Cambió el horizonte del filosofar. La filosofía razón creada, fue posible apoyada en Dios, razón increada [...] Pero esta razón creada se pone en marcha [...] a la postre, la razón se convertirá en pura criatura de Dios, infinitamente alejada del Creador y recluida, por tanto, cada vez más en sí misma [...]

                        Solo ahora, sin mundo y sin Dios [...] apoyado en la única realidad substante de su propia razón: es el orto del mundo moderno [...]

                        Cuando el hombre y la razón creyeron serlo todo, se perdieron a sí mismos [...] Intelectualmente, no le queda al hombre de hoy más que el lugar ontológico donde pudo inscribirse la realidad del mundo, de Dios, y de su propia existencia [...] Resuenan en la oquedad de su persona las cuestiones acerca del ser, del mundo y de la verdad"(NHD 55-56)

 

            A esta situación llama Zubiri, «trans-física, metafísica». Digamos que así valora él, en 1942, la importancia de la Filosofía como reorientadora de la vida intelectual.