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EL SIGNIFICADO DE LA FILOSOFIA DE XAVIER ZUBIRI EN LA FILOSOFIA ESPAÑOLA

José Manuel San Baldomero Ucar

 

Lección inaugural del curso académico 1998-1999, pronunciado en la sede de la Universidad de Educación a Distancia de la Rioja, 28 de Octubre de 1998

Excelentísimas e ilustrísimas autoridades, queridos amigos y amigas:

El día 4 de diciembre de 1898, hace por tanto justamente cien años, nació en la ciudad de San Sebastián un niño al que bautizaron al día siguiente de su nacimiento en la parroquia de Santa María y le pusieron los nombres de José, Francisco, Xavier y los apellidos Zubiri Apalategui.

No sé si conmemorar centenarios tiene en realidad un significado importante para la cultura de los pueblos, pero sí estoy seguro que hacerlo en el centenario del nacimiento de Xavier Zubiri más que homenajear la memoria de una persona ya conocida, significa en realidad presentar a un gran desconocido.

He elegido el tema sobre el significado de la filosofía de Zubiri en la filosofía española porque cualquier otra cuestión sobre su pensamiento hubiera tenido el inconveniente de ser explicada y comprendida con mucha mayor dificultad dada la necesidad de contar de antemano con el rico, denso, y nada fácil de entender, léxico metafísico zubiriano.

Pero es que, además, hoy cien años después de su nacimiento, el significado de la filosofía de Zubiri continúa siendo en gran parte una incógnita, como ha escrito Diego Gracia, y su desconocimiento un "hecho cultural escandaloso", como también ha escrito Pedro Cerezo Galán.

Según Diego Gracia, la cultura española ha vivenciado desde hace muchos años el caso Zubiri en forma realmente conflictiva, de modo más emocional que intelectual. Sujeto a adhesiones inquebrantables y a rechazos absolutos, Zubiri sigue siendo hoy una incógnita.

¿Por qué esto? ¿En qué consiste el caso Zubiri?

Para intentar comenzar a despejar esta incógnita y eliminar el escándalo de su desconocimiento, intentaré esbozar la respuesta aproximada a dos preguntas primordiales:

¿Quién es Xavier Zubiri Apalategui?

¿Qué significado tiene su filosofía?

 

1. ESBOZO DE LA VIDA DE ZUBIRI

Esbocemos, primer lugar, de modo apresurado unos rasgos y notas del transcurso de su propia biografía. Hitos que jalonan el espacio desde San Sebastián a Madrid, pasando por Lovaina, Friburgo, Berlín, París y Roma y que periodizan el tiempo del año 1898 al año 1983.

Como hemos dicho, Xavier Zubiri nace el día 4 de diciembre de 1898 en San Sebastián. Asiste pronto a un parvulario donde, como en su casa, se habla euskera y hasta los seis años esa es su lengua habitual. Desde 1905 estudia en el Colegio de los Marianistas de esta ciudad y en 1915 se gradúa de bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media de San Sebastián .

Al inicio del curso 1915-1916 ingresa en el Seminario Conciliar de Madrid donde estudia de 1915 a 1919 los cuatro años de teología y filosofía reglamentarios en la carrera eclesiástica bajo la dirección del sacerdote y profesor de filosofía Juan Zaragüeta. Su formación en el seminario de Madrid se completa con la asistencia a la Universidad Central, donde en enero de 1919 conoce como profesor a José Ortega y Gasset con el que inicia una amistad duradera más allá de sus discrepancias filosóficas.

En 1920 marchó a Lovaina para licenciarse y doctorarse en filosofía católica en el Instituto Superior de Filosofía, centro patrocinado por el Cardenal Mercier como impulsor del movimiento de la restauración escolástica. Con la correspondiente licencia para ausentarse de las clases de Lovaina Zubiri se trasladó a Roma donde obtuvo mediante un examen extraordinario. realizado en noviembre el doctorado en teología en el Collegium Theologicum Romanae Universitatis. De regreso a Lovaina, el 24 de febrero de 1921, obtuvo la licenciatura en filosofía con gran distinción. En febrero Zubiri defendió su tesina dirigida por León Nöel con el título de Le problème de l´objectitvité d´après Ed. Husserl. I. La logique pure.

En septiembre de este año de 1921 se ordenó de diácono en San Sebastián. En el último trimestre de 1921, Zubiri quiso licenciarse y doctorarse cuanto antes en Madrid. Ortega y Gasset fue el ponente de sus tesis doctoral Ensayo de una fenomenología del juicio y el día 21 de mayo de 1921 otorgaron a la tesis doctoral la calificación de sobresaliente. En octubre se presentó a premio extraordinario y lo obtuvo.

El 31 de marzo de 1923 se le concedió una auxiliaría en la Universidad Central para tres años a la que renunció el once de junio de ese mismo año para concentrarse más en un decidido trabajo personal. El curso 1923-24 que hubiera sido el primer curso como profesor de filosofía en la auxiliaría estaba matriculado en la Facultad de Ciencias, sección de matemáticas.

En el mes de noviembre del año 1926 Zubiri obtuvo por oposición con unanimidad la cátedra de Historia de la Filosofía de la Universidad Central, vacante desde hacía pocos meses por el fallecimiento repentino de su titular Adolfo Bonilla San Martín. Tenía veintiocho años. Se estrenó como catedrático en enero de 1927 y ejerció el curso 1927-28.

De 1928 a 1931, Zubiri viajar tres cursos consecutivos a estudiar a Alemania. Del 1928 a 1930, permanece en Friburgo dos cursos completando su formación filosófica con Husserl y Heidegger. En la fiesta dada por Husserl en su casa para celebrar su jubilación conoce a Edith Stein, la famosa discípula judía de Husserl, luego carmelita descalza asesinada por los nazis y canonizada por Juan Pablo II el día 11 de este mes de octubre.

El curso 1930 a 1931 reside en Berlín. En la famosa sociedad científica Kaiser Wilhelm estudia física teórica con tres premios Nobel, Max Plank, Erwin Schrödinger y Albert Einstein.

Al volver de Alemania Zubiri impartió sus clases en aquella facultad de filosofía llamada Facultad-laboratorio, que fue la Facultad de Filosofía de la Universidad Central en la que Manuel García Morente al frente de su Decanato (1931-1936) desarrolló una actividad electrizante de reforma universitaria que posibilitaban los aires de reforma política que la Segunda República española había traído consigo en 1931. En los veranos de 1933, 1934, 1935 Zubiri participó también muy activamente con Pedro Salinas, Ramón Menéndez Pidal y Blas Cabrera en la organización de los cursos de verano la Universidad Internacional Santander.

En el momento de la sublevación del general Franco en 1936 Zubiri se encontraba en Roma. Había ido el año 1935, a aprender idiomas orientales. Zubiri en esa fecha dominaba ya el griego, el hebreo y el latín. Pero en aquel momento trataba de aprender, o al menos adquirir familiaridad, con el sumerio, akadio, hittita, iranio y arameo. El orientalista jesuita Antón Deimel, profesor del Instituto Bíblico, le introdujo en la lengua sumeria y el hebraista y arameista, profesor en el centro San Anselmo, Centro Universitario de los Benedictinos en Roma, el español Luis Palacios le ayudó en el aprendizaje del arameo.

El segundo objetivo en Roma de Zubiri fue arreglar en la Sagrada Congregación De Disciplina Sacramentorum. su situación eclesiástica personal. Logrado el propósito de reducción al estado laical, Zubiri contrajo matrimonio en esa misma ciudad el 23 de marzo de 1936 con Carmen Castro, la hija de Américo Castro, titular de la cátedra de Lengua y Literatura Españolas de un Instituto de Bachillerato de Madrid y becada en Roma por la junta para la Ampliación de Estudios para preparar su tesis doctoral.

El 8 de septiembre de 1936, el matrimonio Zubiri abandonó Roma con destino a París En París el matrimonio Zubiri vivió en el Colegio de España de la Ciudad Universitaria hasta otoño de 1938. En París Zubiri siguió trabajando en matemáticas y física. Gracias a Blas Cabrera le admitió en sus clases el premio Nobel de física Luis de Broglie, los Joliot-Curie y Cartan. Marcel Bataillon le presentó a Masignon y al famoso lingüista iranista Benveniste. Jacques Maritain, quien había hecho amistad con Zubiri en la Universidad de verano de Santander, le puso en relación con un escogido grupo de orientalistas como Dhore, De Menasce, Laporte y Labat. En junio de 1938, presentado por Masignon y Benveniste fue elegido miembro de la Societé Asiatique. Ese mismo año recibió el diploma de Hautes Etudes. Maritain hizo que Zubiri diera dos cursos breves en el Institut Catholique sobre historia de las religiones .

El dos de septiembre de 1939, al día siguiente de estallar la segunda guerra mundial, prácticamente indocumentados y en una situación fáctica de apátridas, el matrimonio regresa a Madrid. Por entonces se muestran ya inviables algunas ofertas para seguir estudiando en Upsala y Jerusalén.

No es digerible fácilmente la situación de Zubiri para el nuevo régimen. Un catedrático discípulo de Ortega y Gasset, formado en los renovadores aires filosóficos y científicos europeos, un clérigo secularizado y casado con la hija del intelectual republicano Américo Castro, son ingredientes de una situación personal lo suficientemente problemática en aquel momento como para no gozar de simpatías en el Nuevo Estado nacionalcatólico.

No obstante el matrimonio es bien recibido en Madrid por el ministro de Educación Ibañez Martín. Ello no impide que Carmen Castro aparezca en una lista de catedráticos de Instituto destituidos de sus cargos. En la Navidad de 1939 el ministro hace saber a Zubiri que no tiene problemas para quedarse de catedrático en Madrid. Pero el arzobispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, hace una interpretación restrictiva del derecho canónico sobre su secularización y fuerza su traslado a Barcelona.

En Barcelona logra, al parecer, gran éxito entre los estudiantes, pero ciertos acontecimientos le llevan a apartarse voluntaria y definitivamente de su cátedra.

Primero: un día un decano falangista le reprende por emplear su tiempo en clase de Historia de la Filosofía en explicar a Kant cuando debe dedicarlo a santo Tomás.

Segundo: el episodio de la tesis doctoral de Julián Marías. Zubiri, como director de la tesis, advierte a Marías que en aquella situación política su lectura puede resultar imprudente. Cuando, a pesar de todo, Marías decide presentar la tesis, Zubiri conoce la animadversión que algunos filósofos de Madrid miembros del tribunal tienen contra él. Opta por no asistir al acto para no perjudicar al alumno y envía un telegrama de apoyo rotundo. Juan Zaragüeta carga con la responsabilidad de defender a Marías ante el tribunal. Una intriga interna del dominico Manuel Barbado, desemboca en el hecho insólito de suspender una tesis doctoral. Además a un joven altamente prometedor pero que no oculta ser discípulo de Ortega y Gasset y de Zubiri.

Tercero, y gota que colma el vaso, un buen día Zubiri recibe la comunicación escrita del Decano de la Facultad con la orden de que los profesores deben comenzar cada clase con declaraciones de apoyo al régimen.

Al final de curso, junio de 1942, ante la incompatibilidad del modelo de Universidad nacional-católica con la necesaria libertad para investigar y enseñar, Zubiri presenta la renuncia a su cátedra de Historia de la filosofía, de la que, por cierto, ya había sido depurado en el año 1937 por el gobierno del Frente popular. Zubiri se convierte así, en lo que Elías Díaz calificó de un exiliado en el interior.

Al renunciar a la cátedra el matrimonio se queda en Madrid con 125 pesetas como toda reserva de la economía familiar. El cheque de su amigo Alejandro Araoz equivalente a un año de sueldo, las traducciones, las lecciones particulares, las colaboraciones en la revista Escorial y la edición de Naturaleza, Historia, Dios, son las primeras ayudas para la supervivencia.

Un grupo de amigos que se reunían semanalmente con Zubiri en torno a una mesa-camilla para dialogar sobre cuestiones filosóficas le sugirió la idea de convertir las reuniones caseras en encuentros con un grupo más amplio de profesionales Fueron dos médicos, Pedro Laín Entralgo y Carlos Jiménez Díaz, quienes encabezaron un grupo de amigos para organizar las primeras conferencias-coloquios semanales en el local cedido por la compañía de seguros La Unión y El Fénix por las que cada uno pagaba una cantidad de dinero voluntaria pero generosa. Cuando estas conferencias de El Fénix dejaron de ser coloquios se convirtieron en Lecciones de filosofía. Así estos cursos de Zubiri fueron en su origen una idea para allegar con decoro algunos fondos económicos al filósofo.

Pero en el año 1947 Zubiri se reencuentra con su amigo Juan Lladó. Lladó es uno de los participantes en la redacción de la constitución de la República de 1931, banquero presidente del Banco Urquijo, fundador y mecenas de la revista Cruz y Raya. Juan Lladó proporciona a Zubiri una pensión anual para que se dedique a sus estudios con la única contraprestación de impartir cursos de filosofía anuales en las sedes que habilita la Sociedad de Estudios y Publicaciones.

Desde 1942 hasta su muerte la vida de Zubiri transcurre silenciosa en el exilio interior de su casa de Madrid casi sin casi más salidas que las obligadas por los cursos anuales en la diversas sedes de la Sociedad de Estudios y Publicaciones.

Durante años: zancadillas, silencio y ataques.

Zancadillas son, por ejemplo, las dificultades con el clero nacionalcatólico en el verano de 1943. En esta fecha está en la imprenta el texto de Naturaleza. Historia. Dios, sin embargo tarda todo un año en imprimirse porque los malévolos censores van dando el imprescindible Nihil Obstat artículo por artículo.

Silencio cuando a pesar del éxito editorial en 1944 de Naturaleza. Historia. Dios, las revistas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Arbor y la Revista de Filosofía, ni mencionan el libro, no siendo entonces abundante la producción bibliográfica española en el campo de la filosofía.

Pero, sobre todo, acoso, hacia su persona y hacia su obra.

De 1942 a 1958 hay una campaña de desprestigio hacia la obra de Ortega para prohibir su lectura y distribución en España por parte de algunos significados representantes del clero. El acoso alcanza su punto culminante en 1958, después de la muerte del filósofo, cuando el dominico Santiago Ramírez pretende "demostrar que el pensamiento filosófico de Ortega es contrario a los dogmas y principios de la religión católica y que su lectura es peligrosa para quienes aceptan la fe y el magisterio de la iglesia".

Zubiri había hecho profesión pública de orteguismo el 18 de marzo del año 1936 en las páginas de El Sol con un artículo titulado Ortega, maestro de filosofía , y otro el 19 de octubre de 1955 en ABC, con motivo de la muerte de Ortega.

Consecuencia: la operación que lleva al Indice de libros prohibidos La agonía del cristianismo y el Sentimiento trágico de la vida, de Miguel de Unamuno se intenta también contra Ortega y contra Zubiri.

También se hacen ataques directos hacia el artículo En torno al problema de Dios. Reviste especial virulencia el ataque del dominico Teófilo Urdánoz en el año 1946 desde la revista La ciencia tomista. Urdánoz coloca a Zubiri dentro del antropocentrismo existencialista, que considera revolucionario y totalitario, en comunión espiritual directa con las ideas de Unamuno y Ortega. El dominico le niega el pan y la sal. Ni como historiador de la filosofía, a la que considera "historia de las aberraciones humanas", ni como pensador que apunta a un sistema propio le concede un lugar en el panorama filosófico del momento.

Hay que decir, no obstante, que también recibe reconocimientos.

En el año 1953 recibe un Homenaje (revista Alcalá) con motivo de sus 25 años de profesor universitario. El 1968 otro Homenaje más amplio con motivo de sus setenta años lleva las firmas de sus amigos de siempre, de prestigiosos intelectuales y científicos españoles del momento, del exilio exterior y de Europa.

En 1973 la persona y la obra Zubiri obtienen otro decisivo reconocimiento público al recibir y aceptar la invitación del prepósito general de los jesuitas Pedro Arrupe para dar un curso de doce lecciones sobre El problema teologal del hombre en la Universidad Gregoriana de Roma. En realidad, no era la primera vez que Arrupe reconocía el valor de Zubiri y de su filosofía, puesto que desde 1965 había dispuesto que el jesuita Ignacio Ellacuría viniera a temporadas desde El Salvador a Madrid para ayudar a Zubiri en la publicación de sus escritos inéditos.

Si duro es el exilio interior en su casa madrileña, aún puede decirse que Zubiri sufre otro exilio, sino más dramático que el de la Universidad, no por ello menos sentido. Hasta 1980 no ha dado nunca ninguna lección en su tierra natal. Cuando el día primero de octubre de este año, a sus 81 años, Zubiri pronuncia su discurso como Doctor Honoris Causa en teología por la Universidad de Deusto con motivo de cumplirse el centenario de su Facultad de Teología, los jesuitas ponen fin a su destierro de Euskadi.

Casi a las puertas de la muerte llegan los reconocimientos oficiales. En noviembre de 1979 el Presidente de la República Federal Alemana condecora a Zubiri con Das Grosse Verdienst Kreuz en su más alta categoría para quien no sea Jefe de Estado.

El día 18 de octubre de1982 Xavier Zubiri y su amigo el premio Nobel Severo Ochoa reciben de S. M. el Rey el Premio Ramón y Cajal a la investigación otorgado por vez primera por el Ministerio de Educación y Ciencia.

Zubiri muere el 21 de septiembre, san Mateo, de 1983. Hay en torno a su muerte un aspecto simbólico que no pasa desapercibido para la prensa: el entierro por voluntad propia en el cementerio civil, junto a su suegro, el político e intelectual heterodoxo en tantos aspectos, Américo Castro. El hecho es todo un símbolo de lo que representa el pensamiento y la vida de Zubiri. Con la decisión de ser enterrado en el cementerio civil, aun siendo creyente cristiano, Zubiri dicta la última lección de su secularizada filosofía: tiende un puente entre la orilla llamada sagrada y la orilla llamada profana afirmando su radical unidad por la religación al poder de lo real.

 

II. SIGNIFICADO EN ESBOZO DE LA FILOSOFIA DE ZUBIRI

Si esbozar una vida vivida 85 años es difícil, dar cuenta del significado de una trayectoria intelectual y de una filosofía tan compleja como la zubiriana en su evolución y en su resultado final es una tarea imposible.

No obstante intentaré, también en esbozo a todas luces precario, dar cuenta de algunas notas de lo que desde mi punto de vista constituye el significado de la filosofía de Zubiri en la filosofía española.

Me serviré para esta tarea de una anécdota que medio en serio medio en broma el propio Zubiri asoció al destino intelectual de su vida y al sentido último de su propia obra, según cuenta su esposa Carmen Castro.

Se trata del significado en euskera de su nombre y dos apellidos. Xavier significa en euskera "casa nueva". Como es sabido era el apelativo con el que se designaba en Navarra al castillo de la familia Jaso, la familia de san Francisco Javier. Zubiri o Subiri quiere decir en euskera "junto al puente". Apalategui tiene el significado también en euskera de "balda de un armario, o de una estantería", pero en vasco-francés significa sencillamente "biblioteca".

Biblioteca (Apalategui), puente (Zubiri) y casa nueva (Xavier). He aquí tres símbolos con los que se puede intentar comprender el significado de la filosofía de Zubiri.

 

1. APALATEGUI, BIBLIOTECA.

Empecemos por el último: Apalategui, biblioteca. Zubiri fue un escritor de libros y artículos que ocupan ya un lugar importante en la producción bibliográfica de la cultura filosófica española. ¿Cuanto escribió Zubiri? ¿Dónde escribió? ¿Cómo escribió? ¿Sobre qué escribió?

La obra de Zubiri publicada comprende 19 libros, con 28 reediciones de los libros, 8 traducidos al alemán, inglés, italiano; 30 artículos, algunos también traducidos al francés, al italiano y al ingles; 18 prólogos, introducciones y epílogos; y otras obras menores. Por otra parte quedan todavía inéditos aproximadamente unos 20 cursos impartidos en la Sociedad de Estudios y Publicaciones.

¿Dónde escribió? Dejando de lado los escritos académicos (Lovaina y Madrid) y otros en publicaciones menos significativas, Zubiri escribió fundamentalmente en las revistas Cruz y Raya, la Revista de Occidente, Escorial, Editora Nacional, Sociedad de Estudios y Publicaciones y Alianza Editorial.

¿Cómo escribió Zubiri? Los principales caracteres formales de la escritura filosófica y el estilo zubirianos, estudiados ya en varias ocasiones por Pedro Laín Entralgo, son la autenticidad, la integridad, la concisión, la cristalinidad y el patetismo. Este conjunto de caracteres pueden resumirse en una nota radical y constitutiva de la escritura zubiriana: el rigor. Zubiri escribe con rigor. Rigor significa, sobre todo, esa ruptura consciente con el ensayo como forma de expresión filosófica que perciben de inmediato quien se acerca a su obra por vez primera.

Rigor significa, sobre todo, la ruptura consciente con el ensayo como forma de expresión filosófica. Hacer filosofía con rigor significa pensar y escribir sin concesiones a la galería, y a salvo de esas tentaciones publicitario-propagandísticas o burocrático-administrativas que suelen acechar en nuestro país al ejercicio público de la profesión filosófica.

Frente a los magos y pirotécnicos del lenguaje filosófico, sesenta años de dedicación a la filosofía convirtieron a Zubiri en un artesano del concepto y de la palabra y en el más serio intento de elevar al idioma español a un nivel filosófico de coherencia y disciplina nunca alcanzado.

Pero escribir con rigor no es momificar ni arcaizar. Con un dominio total de la terminología filosófica, Zubiri buscó inyectar en las palabras el sentido que exigía el pensamiento. Para ello remozó arcaísmos, buceó en las profundidades de las etimologías, dio sentido riguroso a términos del lenguaje coloquial y con su 'talento denominador' creó una multitud de neologismos cuando el léxico viejo se mostraba incapaz de decir el descubrimiento.

¿Sobre qué escribió? Teniendo en cuenta la producción ya cerrada, aunque no editada en su totalidad, de su obra pude decirse que Zubiri escribió sobre la inteligencia, sobre la realidad, sobre Dios, sobre el hombre y sobre la historia.

En primer lugar Zubiri escribió sobre el problema de la inteligencia. El problema de la inteligencia ocupa muchas páginas en la producción zubiriana pero su aportación decisiva se materializó a partir del año 1976 cuando comenzó a escribir el manuscrito de lo que luego sería su tríptico Inteligencia sentiente al que dedicó prácticamente sus siete últimos años y fue publicada a partir de 1980 en tres tomos con los títulos Inteligencia y realidad, Inteligencia y Logos, e Inteligencia y Razón.. En esta obra Zubiri desarrollaría de un modo sistemático una teoría de la inteligencia que respondiera más implícita que explícitamente a muchas de las objeciones nacidas del titubeo temeroso de alejados o allegados lectores de Sobre la esencia.

Zubiri escribió, en segundo lugar, sobre el problema de la realidad. Aunque Sobre la esencia (1962) es la elaboración más sistemática y precisa de las obras de Zubiri sobre la realidad, cuenta además con algunos cursos importantes posteriores. Así, por ejemplo, el libro Estructura dinámica de la realidad y el importantísimo artículo Respectividad de lo real. Zubiri tiene también algunos estudios cosmológicos. Entre los escritos de Zubiri hay materiales muy elaborados para pensar en un cuerpo de Estudios cosmológicos: un largo estudio sobre la materia, escrito con posterioridad a 1973, un curso de cuatro lecciones sobre el espacio (1973), publicado en 1974 en Realitas I y el de dos lecciones sobre el tiempo (1970), que tuvo una parcial elaboración en el artículo El concepto descriptivo del tiempo. En 1996 dos cursos (1970,1973) y otros textos fueron publicados bajo el título de Espacio. Tiempo. Materia.

En tercer lugar Zubiri escribió sobre el problema de Dios. Tempranamente presente entre las preocupaciones juveniles de Zubiri, prácticamente la totalidad de los trabajos dedicados por Zubiri al estudio del acceso del hombre a Dios llevan en su título la palabra problema: En torno al problema de Dios (1935), El problema de Dios (1948-1949), Introducción al problema de Dios (1963), El problema filosófico de la historia de las religiones (1965), El problema de Dios en la historia de las religiones (1965), El hombre y el problema de Dios (1968), El problema teologal del hombre: Dios, religión, cristianismo (1971-1972), El problema teologal del hombre (1975), El hombre y Dios (1984), El problema teologal del hombre: Cristianismo (1997). Sólo la enumeración de títulos refleja que para Zubiri Dios, la religión y la historia de las religiones son problemas filosóficos que preocuparon a Zubiri a lo largo de toda su vida. Su descubrimiento central es el concepto de religación como respuesta al problema teologal de hombre, no a un problema teológico. Zubiri insiste en cuantas ocasiones se le presentan en esta diferencia: lo teologal es lo que envuelve la versión al problema de Dios y lo teológico es lo que envuelve a Dios mismo.

En cuarto lugar Zubiri escribió sobre el hombre. Como escribió Ignacio Ellacuría la preocupación y ocupación de Zubiri sobre el problema filosófico del hombre fue constante e ininterrumpida a lo largo de sus más de sesenta años de producción teórica. Aunque no llegara a publicar un libro definitivo sobre el hombre, puede decirse que todo lo escrito y hablado filosóficamente por Zubiri tiene que ver con el hombre, bien sea porque lo humano se convierte en objeto inmediato de su reflexión, bien porque lo humano queda iluminado al menos mediatamente por esta misma reflexión, lo cierto es que los escritos zubirianos son más bien de índole metafísica que antropológica. Zubiri cuenta con un rico bagaje de conferencias y escritos que tienen en su totalidad o en parte como tema el hombre, del cual solo una parte está publicado: El origen del hombre, El hombre realidad personal, El problema del hombre, El hombre y su cuerpo, Notas sobre la inteligencia humana, La dimensión histórica del ser humano, El problema teologal del hombre y Sobre el Hombre (1986).

En quinto lugar Zubiri escribió sobre la Historia y sobre la Historia de la filosofía. Son títulos de expresivos de esta orientación Sobre el problema de la filosofía, Hegel y el problema metafísico, y Filosofía y Metafísica . Estos dos últimos estudios se publicaron en Naturaleza. Historia. Dios . El último fue dividido en dos partes, titulada la primera La filosofía y la justificación de su objeto, y la segunda, ¿Qué es saber?. Las Cinco lecciones de Filosofía (1963), La dimensión histórica del ser humano y Problemas fundamentales de la metafísica occidental (1994) completan, por ahora, el panorama de la obra escrita de Zubiri sobre historia de la filosofía.

He aquí una reseña sumaria a la fuerza de la densa biblioteca (Apalategui) creada en su vida por Xavier Zubiri.

 

2. ZUBIRI, PUENTE.

Como hemos dicho, el apellido Zubiri en euskera constituye otro símbolo del destino y significado de la obra de Xavier Zubiri. 'Zubiri' significa en euskera junto al puente. Este topónimo fue elegido en la Edad Media para nombrar un pueblo del valle de Esteribar (Navarra), situado a la orilla derecha del río Arga, justo donde se había construido un puente con el fin de dar paso al camino de peregrinación que venía desde por Roncesvalles hacia Santiago de Compostela. Simbólicamente Zubiri significaría el puente en el camino hacia Alemania.

Es cierto que no fue Zubiri el primer puente intelectual tendido desde España hacia Alemania. En realidad la germanofilia filosófica despuntó en la vida intelectual española con la visita de Julián Sanz del Río a Heidelberg el curso 1843-1844, continuó con el viaje de Ortega y Gasset a Leipzig en de 1905 a 1907 y prosiguió con el viaje de Zubiri a Friburgo y a Berlín de 1928 a 1931. El viaje que Zubiri realizó de los años 1928 a 1931 se inserta en una tradición que hay que tener en cuenta para comprender el sentido y alcance de la estancia zubiriana.

Cuando Zubiri viaja en 1928 a la capital de la Selva Negra acontecían los llamados 'años míticos de Friburgo' (1928 hasta 1933). Eran los tiempos en los que al lado de Husserl como profesor emérito y de Heidegger impartían sus clases el historiador H. Friedrich, el filólogo Fraenkel, el economista Eucken, y el sucesor de Heidegger, W. Szilasi. Fueron los años en que estudiaron en Friburgo Karl Löwitt, Hannah Arend, Edith Stein y Leo Strauss.

En Berlín, como hemos dicho, estudia física teórica en la famosa sociedad científica Kaiser Wilhelm con Plank, Schrödinger y Einstein. Eran los tiempos en los que, como decía el propio Zubiri producir física en Alemania era "un hecho biológico, un hecho tan natural como que el pelo produzca caspa".

Zubiri, el puente hacia Alemania, aparece, por tanto, como puente con tres arcos. Un arco hacia la filosofía de Martín Heidegger, otro arco hacia una Grecia omnipresente en Heidegger, y un tercer arco hacia la física.

2.1. Zubiri significa el puente hacia Martín Heidegger.

Puede decirse que Martín Heidegger fue para Zubiri lo que recientemente ha escrito H. G. Gadamer, que había sido para él. Según Gadamer: "Heidegger era un maestro del pensar y un maestro del enseñar, capaz de guiar a uno hacia otros maestros del pensamiento".

No es fácil responder a la cuestión de qué contenidos concretos de la filosofía de Heidegger convencieron a Zubiri. Podría pensarse que Zubiri vino de Friburgo convertido en un filósofo existencialista. Pero no hay razones decisivas para colocar a Heidegger el rótulo de existencialista y sí muchas en contra. La lectura que Zubiri hace de Heidegger es decididamente ontológica, contraria, por tanto, a cualquier interpretación existencialista o antropológico existencial. En este nivel ontológico (CLF, 270) es donde Zubiri establece un diálogo crítico con Heidegger de consecuencias decisivas para el pensamiento de Zubiri.

Sí puede decirse que en la comunicación con sus discípulos Heidegger aparecía como la ruptura con toda la tradición y la exigencia de un nuevo arranque filosófico mucho más radical. La filosofía de Heidegger sirvió, pues, para ratificar a Zubiri las insuficiencias ya detectadas por él mismo en la fenomenología de Husserl y para estimularle a romper el círculo encantado de la conciencia con una nueva sensibilidad ante los problemas filosóficos. Zubiri siguió a Heidegger en el camino que le llevaba a separarse de Husserl para hacer de la filosofía una pura y simple ontología, y en el tema de la verdad (NHD, 38, 57, 61, 71, 73, 74, 82, 240, 476) .

Pero, sobre todo, Zubiri estuvo con Heidegger en su vuelta a Grecia. Aunque Heidegger no cesara de reflexionar sobre los presocráticos desde su primer curso parece que éstos no tomaron importancia decisiva hasta después de Ser y tiempo (1927). Esta referencia constante a los griegos ha podido hacer creer que Heidegger habría experimentado por el mundo griego una nostalgia continuadora de los diferentes resurgimientos del sueño helenizante que ha obsesionado periódicamente al pensamiento alemán (Goethe, Schlegel, Hegel, Nietzsche). Pero no es así. Heidegger había afirmado la imposibilidad de cualquier 'vuelta a los griegos' comparable con el 'zurück zu Kant' de los neokantianos. Lo que hay en Heidegger es un intenso esfuerzo por volverse hacia los griegos para entenderlos mejor de lo que ellos mismos se entendían, con la pretensión de radicalizar la fenomenología haciendo de Aristóteles un fenomenólogo 'avant la lettre'.

Zubiri reconoció que fue Heidegger quien le reveló la importancia fundamental de los filósofos griegos y le estimuló a prestarles atención. Esto llevó consigo la toma de conciencia histórica de la propia época y buscar posibilidades filosóficas de pensar desde sí mismo a través de la reconstrucción de los grandes motivos del pasado presentes en las grandes filosofías. Los referentes que interesan del pasado no tendrán nunca para Zubiri una función erudita y enciclopédica, sino que son posibilidades para apropiarse en el presente. Cuando Zubiri considera la filosofía como eterna repetición, al igual que Heidegger (Wiederholung) está pensando en esa asunción de posibilidades de la que hablaba Heidegger.

2. 2. Zubiri significa el puente hacia Aristóteles.

En Heidegger, Zubiri encontró sobre todo a un griego: a Aristóteles. La biografía del filósofo alemán aparece desde su inicio ligada a la figura de Aristóteles. Según propia confesión sus primeros intereses hacia la filosofía se despertaron, siendo aún estudiante de bachillerato, con la lectura del texto de la apertura de curso del año 1862 de Brentano La significación múltiple del ser en Aristóteles , que en 1907 le había regalado Conrad Gröber, amigo de su familia, párroco de Constanza y posteriormente arzobispo de Friburgo. Este libro, un estudio riguroso y preciso de la doctrina del ser, sensibilizó y motivó a Heidegger llevándolo de por vida por el camino del estudio continuo de Aristóteles y de la filosofía griega.

Heidegger se dedicó repetida e intensamente al estudio de Aristóteles. Lo que Heidegger aprendió de Aristóteles fueron temas fundamentales de su obra: que el problema del ser es el problema más radical por su omniabarcabilidad y omnipresencia; la concepción de lenguaje (logos) como esencialmente apofántico; la comprensión de la verdad como desvelamiento; la relación entre Ser y Verdad; la intelección del ser como presencia.

De todas ellas se hizo cargo Zubiri como lo demuestran sus escritos inmediatamente posteriores a su vuelta de Alemania.

2. 3. Zubiri significa el puente hacia la ciencia.

Zubiri quiso hacer filosofía con todo rigor y profundidad que le fueron posibles, pero a la altura de los tiempos. Esta expresión de Heidegger en "¿Qué es metafísica?", significaba que la filosofía, lejos de dejar de lado los avances de la ciencia, tenía que hacer de ellos elementos integrantes del filosofar.

La concreción de cómo entendía Zubiri la expresión de Heidegger "estar la altura de los tiempos" está contenida en su estudio: "Nuestra situación intelectual". Esta situación se caracterizaba porque la irrupción masiva de la ciencia dejaba al científico y al filósofo al vaivén de tres tendencias muy peligrosas: la positivización niveladora del saber, la desorientación de la función intelectual y la ausencia de vida intelectual.

Estas tres tendencias constituían un peligro radical para la inteligencia y el riesgo inminente de que dejara de existir la vida en la verdad. Y esto es lo que había que superar. Pero no abandonando la ciencia por los peligros que estaba trayendo a la vida intelectual sino afrontando de lleno el reto que el saber científico planteaba. Sólo así podría superarse la confusión, la desorientación y el descontento íntimo consigo mismo. Esta superación era para Zubiri una exigencia de nuestro tiempo y quien no la intentara no estaba a su altura.

La respuesta de Zubiri a esta exigencia de altura fue doble. Por un lado adoptó un talante científico ante el filosofar mismo: la filosofía no debía dejar que ningún otro saber la superara en exigencia y rigurosidad, en objetividad y autolimitación, en cuanto búsqueda de las cosas como son o como se encuentran. Por otro lado, trató de estar al tanto lo más posible de los saberes científicos mejor probados, los que más se acercaban a los cánones tradicionales de la ciencia.

Este interés por la ciencia para tomar altura fue también el que condujo a Zubiri a sus estudios de física teórica en Berlín.

Pero ya antes de ir a Berlín Zubiri era consciente de la necesidad de que su hacer filosófico contara con la ciencia. En realidad su interés por las matemáticas le había llevado a reestudiarlas en la Facultad de Madrid. También es conocida su participación con Julio Rey Pastor en la Sección de Matemáticas de la Asociación española para el Progreso de las Ciencias y su pertenencia desde 1925 a la Sociedad Matemática Española como socio numerario.

Berlín fue además un puente de conocimientos e intereses tendido hacia los posteriores estudios en París con Luis de Broglie (1936-1938) con el matrimonio Joliot-Curie, y hacia una relación intelectual y de una amistad posterior con el también premio Nobel W. Heissenberg, quien, por cierto, llego a estar en varias ocasiones visitando a Zubiri en su casa del exilio madrileño.

En fin, carpetas enteras llenas de escritura de filosofía y de física, decía Carmen Castro, que trajo Zubiri de Alemania a España. En ellas ideas, esbozos, problemas, tensiones e inquietudes intelectuales. Posibilidades para investigar. Piedras de sillería para pulir, perfilar, reformar o desechar, por el artesano del concepto, para estructurar una filosofía propia, para habitar una casa nueva.

 

3. XAVIER, 'CASA NUEVA'.

Hemos dicho que Xavier significa en euskera "casa nueva". La novedad en la filosofía española de la casa construida y habitada por Zubiri en su exilio interior es desde mi punto de vista triple. Consiste en ser una filosofía pura, una filosofía radical y una filosofía como forma de vida.

3. 1. Xavier, casa nueva, significa una filosofía pura.

La casa nueva que inaugura Zubiri en la filosofía española es aquella en la que habita una filosofía pura. Frente a cualquier tipo de concesión a la dispersión temática de signo estético, político o psicológico (casa vieja), y frente a cualquier punto de partida extrafilosófico, Zubiri fue un filósofo puro.

Zubiri puede ser considerado con toda razón el primer filósofo puro de la filosofía española. Es verdad que el jesuita Francisco Suárez representó en la historia del pensamiento español un elevado nivel de coherencia y disciplina metafísica. Pero Suárez escribió en el siglo XVII en latín y tanto Ortega, como Unamuno, Eugenio D'Ors, o Xirau fueron pensadores, dispersaron sus ideas en disquisiciones políticas, estéticas, morales, psicológicas, novelescas, e incluso irónicas y pintorescas. Ni Unamuno ni Ortega pudieron hacer en su vida solamente filosofía, filosofía pura. Las urgencias intelectuales de sus respectivas circunstancias vitales hicieron que su pensamiento filosófico anduviera inevitablemente mezclado con la literatura y el periodismo.

Toda la obra de Zubiri, sin embargo, es estrictamente filosófica. Un trabajo tan tenso, esforzado y riguroso de filosofía pura que como dijo José Luis López Aranguren hacen de Zubiri no pensador o intelectual, sino siempre un filósofo.

Hacer filosofía pura significó para Zubiri hacer filosofía como se había hecho en Grecia. Ya en 1933, por tanto dos años después de volver de Alemania, escribía Zubiri en un artículo de Revista de Occidente sobre el problema de la filosofía:

"Con todas sus limitaciones, la filosofía griega nació, por lo menos, de sí misma, frente a las cosas en inmediato contacto con ellas. Pero el hombre de la era cristiana no se encontró consigo mismo nunca de una manera inmediata, sino mediante Dios, es decir, con la mirada fija en el ente infinito" (SPF, II, 117).

La creación del mundo a partir de la nada, idea judeo-cristiana con la que la filosofía griega no contó, fue para Zubiri el punto de partida de la teologización de la filosofía. A partir de ese momento ya no hubo filosofía pura, puesto que todo aquello que se llama filosofía desde san Agustín a Hegel fue una inmensa teologización de la filosofía, no filosofía pura (CLF, iii, SPF, II, 116).

La filosofía con el cristianismo comenzó por ser esencialmente teológica (NHD, 229). De tal modo que el mundo pierde su verdad ya que las cosas son una nada vistas desde Dios y, si algo son, es desde su acto creador (SPF II, 112). La filosofía quedó instalada de este modo en el horizonte de lo que es pudiendo no ser y la metafísica se convirtió en teoría de la creación (SE, 200). La filosofía después de Grecia, filosofa desde la nada (SPF, II, 114). El espíritu humano se segregó del universo y se proyectó excéntricamente sobre la divinidad convertida en razón del universo (NHD, 229).

Hacer filosofía pura, significó, por tanto, para Zubiri hacer una metafísica intramundana. Con la expresión 'metafísica intramundana' Zubiri sigue un tema heideggeriano (SE, 201, 210, 237, 303) que trata de evitar concebir la realidad como 'otra' realidad separada o anterior a las cosas reales, presentándola siempre en función de la talidad de las cosas reales. Frente a cualquier tipo de logicismos Zubiri reivindica la primacía de lo físico. La metafísica ha de ser radicalmente 'física'.

Pero lo que Zubiri entiende por físico no es ni lo natural, como opuesto a lo técnico o artificial (Aristóteles), ni lo que tiene 'physis', naturaleza propia, sino que físico es simplemente lo físicamente real, 'puro pleonasmo, pero muy útil' (SE, 13). Físico en este sentido no se opone a lo metafísico, como sería si se identificara con lo empírico o positivo, sino que es lo metafísico por excelencia.

Lo físico puede, por tanto, ser considerado desde una doble perspectiva. Como término del saber positivo es simplemente aquello que es real. Como objeto de la metafísica es estructura formal y última de la realidad en cuanto tal. 'Por esto, lo que suele llamarse metafísico cuando se habla de esencia metafísica, es para mí mas bien conceptivo que metafísico' (SE, 276). 'Realidad física es realidad qua realidad, por tanto, su carácter físico es eo ipso un carácter formalmente metafísico' (SE, 292). Lo metafísico, por tanto, no es una escapada hacia algo distinto de lo físico, sino el atenimiento a lo físico mismo. Pero mientras que el saber físico-positivo se atiene a lo que es la cosa real, a su determinada concreción real, el saber físico-metafísico se atiene a lo que es la cosa real en cuanto real y a la estructura de la realidad en cuanto realidad. Así Zubiri ha pretendido superar la dualidad óntico-ontológico estudiando la realidad en su doble vertiente de talidad y trascendentalidad funcional y tascendentalmente vinculadas.

 

3. 2. Xavier, casa nueva, significa una filosofía radical.

Quien lee la obra de Zubiri descubre constantemente continuas llamadas a la radicalidad. La presencia superabundante en las obras filosóficas de Zubiri de nominaciones como raíz, radical, radicalismo. y en expresiones como consideración radical, polo radical , raíz última raíz común, raíz metafísica, realización radical, ha sido la portada indicadora de una voluntad de radicalidad que ha llevado a varios autores a calificar con pleno acierto a la filosofía de Zubiri como una filosofía radical. Pero ¿qué es una filosofía radical?

Radicalismo se opone a repetición de fórmulas que fueron creadas para solucionar problemas reales pero que se repiten mecánicamente a pesar de que los problemas ya no son los que las generaron. Fue el propio Ortega y Gasset quien opuso filosofía radical a filosofía escolástica, entendiendo ésta como la confianza ciega en las jefaturas espirituales, la creencia de que determinados textos contienen afirmaciones definitivamente válidas, respuestas intemporales. La filosofía radical se opone a cualquier filosofía escolástica por la prioridad que da al problematismo sobre la doctrina.

Radicalismo es lo opuesto a escolástica. Zubiri no es un filósofo escolástico en ningún sentido. La voluntad de radicalidad, característica del hacer filosófico zubiriano, significa precisamente la disconformidad con cualquier clase de doctrinas o ideas que se den por válidas de ante mano basadas en la veneración a la autoridad del maestro que la profesa, es decir, la oposición a cualquier forma de filosofía de escuela. Contra todo interés de escuela, José Gaos pudo afirmar que Zubiri no es discípulo de nadie, en ninguna acepción del término. La filosofía de Zubiri es una filosofía radical, constitutivamente abierta y esencialmente esbozante, ajena y contraria, por tanto a cualquier tipo de cerrazón escolástica.

En ninguno momento de su formación Zubiri se conformó con la doctrina de sus maestros. Ni el tomismo, ni el realismo crítico de Lovaina, ni el raciovitalismo orteguiano, ni la fenomenología husserliana, ni la ontología heideggeriana, ni el realismo aristotélico fueron etapas definitivas en las que se parara la investigación zubiriana.

Es cierto que su formación juvenil proporcionó a Zubiri un buen conocimiento de la filosofía escolástica, pero incluso cuando se analizan detenidamente sus primeros trabajos se tiene la impresión de su presencia de una manera muy difusa. Desde el año de 1925, el único interés que para Zubiri tiene propiamente el tomismo es hermenéutico. Frente a la intención de la neoescolástica franco-belga por resucitar a los muertos Zubiri aboga por una vía de exégesis del tomismo que lo comprenda y lo contextualice.

Tampoco la alternativa más atractiva del momento renovadora del tomismo, el realismo crítico de la Universidad de Lovaina, le pareció a Zubiri viable. Zubiri vino de Lovaina convencido de que el llamado realismo crítico era realista sólo en sus intenciones (CCM, 212) y al referirse a él, ya en su tesis doctoral, Zubiri lo sentenciaba como sedicente y difunto (TFJ, 110). Zubiri vino de Lovaina convencido de que el nuevo planteamiento de la filosofía debía darse en el camino iniciado por Brentano y Husserl (CCM, 205-CCM, 211).

Una forma de hacer de Zubiri un filósofo escolástico ha sido con cierta frecuencia incluirlo dentro de la llamada 'Escuela de Madrid'. Con la expresión 'Escuela de Madrid' se ha designado en la historiografía de la filosofía española contemporánea la influencia de la persona, actividad y el pensamiento de Ortega y Gasset sobre un amplio grupo de pensadores que empezó a funcionar articulada con el advenimiento de la Segunda República, que empezó a funcionar articulada con el advenimiento de la Segunda República, siendo los años entre 1933 y 1936 los de su establecimiento y máxima vigencia. Las personas a las que se ha hecho integrar ese núcleo del entorno orteguiano, además de Zubiri, son entre otros Manuel García Morente, José Gaos, María Zambrano y Julián Marías.

Si es la necesidad de un momento de conformidad con el maestro el requisito que parece necesario para que exista una escuela, esto es lo que no se dio de ningún modo en Zubiri. La influencia de Ortega en él termina muy pronto. Desde su viaje a Alemania en 1928 y sobre todo desde su regreso en 1931 puede considerarse despegado del hacer filosófico orteguiano aunque le quede el agradecimiento perpetuo a su labor de oxigenador del aire cultural español con el europeo, y, en general, a su excepcional magisterio y una vinculación remota con la tradición entregada como posibilidad y apropiada como un poder, pero también superada radicalmente por la propia creación libre.

Zubiri, discípulo de Husserl, tampoco siguió a su maestro. Aunque aceptó muy tempranamente que era preciso situar los problemas filosóficos en la nueva línea de Husserl, la fenomenología, pronto vio que la obra de Husserl no era suficientemente radical en sus desarrollos fenomenológicos. Zubiri dejó entrever ya en la temprana fecha de 1921 que el verdadero problema de la filosofía era el de su radicalización, es decir, el del acercarse a la realidad sin mediaciones de ningún tipo. Ni siquiera con mediaciones fenomenológicas como 'la conciencia', 'la intencionalidad', 'el sentido'.

Tampoco se detuvo en Heidegger. Zubiri fue abandonando poco a poco los planteamientos y soluciones ontológicos que le ataban a Heidegger y fue tomando posturas más personales, que de incipientes esbozos y sugerencias sin nombre propio en los escritos de 1931 a 1944, llegaron a ser serán elementos constitutivos de su sistema abierto en su etapa estrictamente metafísica (1962-1983): metafísica frente a ontología, realidad frente a ser, existencia real frente a existencia modal (animal de realidades), posibilidad real frente a posibilidad modal (radicalismo histórico).

Fue especialmente la divergencia con la concepción heideggeriana del conocimiento lo que posibilitó el desmonte por parte de Zubiri de la ontología heideggeriana. Para Heidegger estar presente en la intelección era desvelación (IRE, 135). Para Zubiri, sin embargo, la desvelación no es formalmente el acto de intelección, sino un carácter especial de la actualización. Si hay desvelación es porque hay actualización, y por ello el momento de desvelación está fundado en el momento de actualización. La condición propia y formal de lo inteligido es estar actualizado en la inteligencia sentiente (SE, 114). Zubiri analiza lo dado en la impresión sensible. La apertura radical está ya en la impresión de formalidad de realidad, cuyo carácter no es ni conceptivo, ni lógico, ni siquiera intencional, sino, físico, real y noérgico.

Para corregir a Heidegger Zubiri se volvió hacia Aristóteles. En él encontró (1935) que entender había significado unas veces demostrar y otras especular, pero que en el mismo estagirita entender había significado también experimentar, sentir. La tarea filosófica primaria fue entonces describir los datos inmediatos no como datos de conciencia, sino datos del sentir que hacen saber de las cosas mismas en su realidad (FM, 40). El sentir se convirtió para Zubiri en la única y auténtica vía de acceso a la realidad.

Desde Aristóteles se había hablado de la actualización como un acto común de lo cognoscente y lo conocido, pero no se había dicho que el carácter de realidad es lo que constituye formalmente la experiencia. Zubiri descubre que el constitutivo formal de la experiencia es ser probación física de la realidad, es decir, la actualización de las cosas en su realidad (SH, 570).

Los tres tomos de su obra Inteligencia sentiente son el resultado del encuentro y confrontación con Aristóteles sobre el sentir. La obra es el desarrollo de una idea raíz: la intelección humana es formalmente mera actualización de la realidad en la inteligencia sentiente.

El neologismo 'sentiente' expresa el carácter sentiente de la inteligencia. 'Inteligir es un modo de sentir y sentir es en el hombre un modo de inteligir', repite constantemente Zubiri. El sentir humano y el inteligir constituyen en su intrínseca y formal unidad un solo y único acto de aprehensión' (IRE, 10). La realidad se siente, se aprehende como realidad por los sentidos, y sólo si la realidad es de algún modo sentida, podrá ser concebida o pensada realmente.

La intelección consiste en ser mera actualización de lo real. Ello significa que la principal y radical función de la inteligencia es dejarse apoderar por la realidad sentientemente aprendida, quedar apoderado por ella, de manera que las demás funciones intelectivas, como afirmar, juzgar, etc., se desenvuelvan desde esta radical implantación en la realidad.

Haber superado la tradición filosófica clásica y haber construido una forma de realismo abierto son los dos caracteres primarios del radicalismo filosófico de Zubiri.

Un realismo que es abierto, en primer lugar, porque la realidad está continuamente dando de sí "en" y "desde" la materia. Pero físicamente no se reduce todo a la materia ya que hay estrictas irreductibilidades y niveles jerárquicos. Según Thomas B. Fowler, este carácter jerárquico de la realidad es una de las aportaciones principales de la reflexión zubiriana para la creación de un nuevo paradigma de complementariedad entre la ciencia moderna y la filosofía. Para Fowler, el enfoque jerárquico de los sistemas de Zubiri muestra que la realidad tiene 'estratos' o 'niveles' y que el comportamiento de cada nivel es constreñido por, pero no determinado completamente por los niveles de abajo (EDR, 90).

Este enfoque jerárquico de los sistemas hace fracasar inevitablemente todo reduccionismo materialista de la realidad. Como escribió textualmente el propio Zubiri

"... sería un ingente error pensar que las estructuras trascendentales del ser penden sólo de la estructura de los electrones o de la materia inanimada Estamos siempre propensos a creer que cuando se alude al amor o a las personas se está hablando de unas cosas antropomórficas y metafóricas, pero que lo que cuenta son los campos electromagnéticos y los electrones. Pero ¿por qué? ¿Es que no son realidades aquellas otras cosas? (...) No es lo mismo la estructura dinámica del movimiento local, la estructura dinámica de los fenómenos físicos, que la estructura dinámica de un ser vivo, de una persona humana, y mucho menos del conjunto entero de la historia y de la sociedad humana" (EDR, 64).

El realismo zubiriano es, también, abierto porque la realidad está continuamente dando de sí "en" y "hacia". Físicamente hay una apertura a la realidad en tanto que realidad, pero ésta no sólo se le 'actualiza' al hombre en la inteligencia sentiente, sino que además se le 'impone' con una fuerza 'última', 'posibilitante' e 'impelente' (HD, 139). Es el poder de lo real que liga, que 'religa', al hombre a la realidad. Es lo que Zubiri llama 'religación'.

La religación, por tanto, es un dato primario que surge de la mera descripción de lo dado en la impresión de realidad, en tanto que dado en ella. Y a este poder de la realidad en tanto que último, posibilitante e impelente lo llama Zubiri 'deidad'. La deidad no es Dios, sino la propia realidad intramundana en cuanto poderosa y religante.

Pero el poder de lo real es enigmático (HD, 96-97). No porque resulte oscuro, sino por que apunta al fundamento de la deidad misma. La religación, el poder de lo real, no agota en la deidad el problema de Dios, tan sólo lo plantea enigmáticamente (HD, 269). La religación lanza a la persona (HD, 374), realidad relativamente absoluta, allende de la impresión de realidad, a la búsqueda, ya desde la razón metódica, de ese 'fundamento' del poder de lo real, realidad absolutamente absoluta, Dios.

 

3. 3. Xavier, casa nueva, significa una vida filosófica dedicada a la investigación.

La novedad de la construcción zubiriana no se debe solamente a la forma sólida de su arquitectura filosófica, sino también al modo vivo que tuvo de realizar su dedicación a la filosofía, entendida como forma de vida.

Es difícil encontrar en el pasado histórico español la figura de un filósofo que, como Zubiri, haya mantenido tan rotunda coherencia entre su opción vital y su dedicación intelectual en circunstancias tan difíciles. No aparece fácilmente en la cultura española la figura de un escritor que como él no cediera jamás a la moda, ni buscara popularidad o recompensa material, ni alagara a los poderosos, ni venerara la autoridad de los maestros. No se halla con facilidad el perfil de un pensador que atendiera a los problemas que el grado de aceptación que las soluciones pudieran suscitar en el público lector, y que tuviera una disconformidad tan permanente con su propia tarea que se exigiera a sí mismo la revisión continua de sus ideas.

Esta actitud vital ¿cómo conceptuarla? ¿como la de un pro-fesional?, ¿como la de un pro-fesor? ¿como la de un pro-feso?

El término 'profesión' es un término ambiguo, que adquiere diferente sentido según se utilice en un contexto civil o canónico. En el orden civil al hombre que ejerce una profesión se le llama 'profesional'; en el canónico, por el contrario, al que hace profesión religiosa se le llama 'profeso'. Zubiri, aunque profesional y profesor de filosofía se sentía más simple 'profeso' en filosofía.

Y es que el profesional y el profesor de filosofía tienden a considerarse habitualmente poseedores y depositarios de una verdad. El profeso de la filosofía, por el contrario, se ve a sí mismo como un humilde y eterno novicio, impelido, arrastrado y poseído por llamada de la verdad. Es lo que fue el filósofo en sus orígenes griegos, aspirante a la sabiduría, pues solamente los dioses son sabios. Es lo que fue la metafísica en Aristóteles: "un saber que se busca".

Ese espíritu del profeso lo entendió el propio Zubiri como una búsqueda incesante de la verdad, como profesión de verdad. Zubiri lo decía frecuentemente con san Agustín: "Busquemos como quienes van a encontrar, y encontremos como quienes aún han de buscar, pues, cuando el hombre ha terminado algo, entonces es cuando empieza" (NHD, X).

Lo dijo hasta el final de su vida.

El 18 de octubre de 1982, gravemente enfermo de cáncer y emplazado para pasar pronto por la muerte a otra forma de realidad, Zubiri recibió el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal. En esa especie de testamento que fue su discurso de recepción del galardón, decía mirándose a sí mismo y mirando a su gran amigo el Nobel Severo Ochoa, copartícipe del premio:

"La investigación de la realidad verdadera no consiste en una mera ocupación con ella. Ciertamente es una ocupación, pero no es mera ocupación. Es mucho más: es una dedicación. Investigar es dedicarse a la realidad verdadera. Dedicar significa mostrar algo (deik) con una fuerza especial (de). Y tratándose de la dedicación intelectual, esta fuerza consiste en configurar y conformar nuestra mente según la mostración de la realidad, y ofrecer lo que así se nos muestra a la consideración de los demás. (...). Esta profesión es algo peculiar. El que no hace sino ocuparse de estas realidades, no investiga: posee la realidad verdadera o trozos diversos de ella. Pero el que se dedica a la realidad verdadera tiene una cualidad en cierto modo opuesta: no posee verdades, sino que, por el contrario, está poseído por ellas. En la investigación vamos de la mano de la realidad verdadera, estamos arrastrados por ella, y este arrastre es justo el movimiento de la investigación'"(SRC 43).

 

CONCLUSIÓN

Xavier Zubiri Apalategui, he aquí tres nombres cuyos significados en euskera 'casa nueva', 'puente' y 'biblioteca' nos desvelan el poder que la realidad ha dado de sí en una filosofía y en una vida, la filosofía y la vida de Xavier Zubiri Apalategui.

Muchas gracias.

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