The The Xavier Zubiri Review, Vol. 3, 2000/2001, pp. 121-132

 

 

El logos nominal constructo en el pensamiento de Zubiri

 

Ricardo A. Espinoza Lolas

Universidad Católica de Valparaíso

Valparaíso, Chile

 


“… la unidad coherencial intelectiva de lo real en profundidad es la unidad intelectiva en un logos nominal constructo, esto es, en un logos nominal que afirma las notas en estado constructo”.[1]

Introducción

Es de vital importancia hacerse cargo del problema del logos nominal constructo para acceder, en su totalidad, al problema de la realidad en el pensamiento de Zubiri. ¿Cómo entender la respuesta de Zubiri al tema de la realidad sin estudiar el tema del logos nominal constructo? ¿Qué es el logos? ¿Qué es el logos nominal constructo? ¿Qué es lo nominal de este logos? ¿Qué es lo constructo de este logos? ¿Por qué no otros logoi para afirmar radicalmente la realidad? ¿Qué sucede con el logos predicativo? ¿Qué con el logos fenomenológico? Son muchas las preguntas ante la problemática del logos y la realidad. Al preguntarnos por el logos ¿no es volver a logificar la inteligencia? Creemos que no. Más que nunca en la actualidad se tiene que pensar la Trilogía zubiriana de la intelección en unidad constructa. No podemos dejar de lado la unidad de este libro por una lectura parcial centrada en un aspecto del primer tomo. Esto es, el tema de la aprehensión primordial de realidad. La aprehensión primordial da lo que tiene que dar a la luz de las otras partes de este libro. No olvidemos que es un solo libro que se divide en tres partes. Y no un libro con dos apéndices. Zubiri nos señala e indica lo que da de sí la aprehensión primordial cuando se sumerge en los modos ulteriores de la intelección. Sería completamente quimérico y poco ventajoso para su estudio no percatarse de esto. Zubiri lo dice así: “…la intelección campal no viene después de la aprehensión primordial sino que está determinada por ésta. Y esta determinación tiene dos aspectos. Por un lado, el momento según el cual la aprehensión primordial no es tan sólo anterior al logos sino que es incoativamente, bien que sólo incoativamente, logos. Pero hay otro aspecto. Lo determinado, el logos, envuelve entonces la aprehensión primordial misma como algo en la que ésta se despliega. No hay sólo anterioridad sino que hay incoacción y despliegue. Lo propio debe decirse de la razón: el logos, y por tanto la aprehensión primordial, determinan la intelección racional la cual está entonces incoativamente determinada por dichas dos intelecciones como un despliegue de ellas”.[2]

Es obvio que una interpretación analítica de la obra tiende a eliminar la unidad.[*]  Por tanto, es un mal método leer analíticamente esta obra; sería una forma errónea entender la Trilogía si olvidamos lo constructo de su unidad.[†]  La Trilogía es una unidad de notas tanto formal como materialmente. Habla de las notas de la intelección de manera nota. La nota  aprehensión primordial se vehicula en las notas logos y razón (también se tendría que pensar en el entendimiento). Y esto se da en el ámbito de la nota intelección que es una nota junto a las notas sentimiento y la voluntad. Notas que se entienden dentro del marco de referencia de la nota hombre que es parte de la nota Cosmos. El cual está en unidad con el mundo como nota, etc. Y, finalmente, llegamos a que la realidad es mera nota. ¿Cómo se podría estudiar efectivamente la aprehensión primordial sino es en su despliegue constructo? ¿Cómo se puede estudiar la realidad sino es en su dinamismo constructo? La aprehensión primordial de realidad consiste en ser un despliegue constructo. ¿Por qué se despliega constructamente la aprehensión primordial? ¿Por qué lo hace la realidad? ¿Por qué la realidad es constructa para Zubiri? ¿Cómo se articula intelección y realidad? ¿Por qué son congéneres?[3] ¿Se debe entender intelección y realidad como notas? ¿Qué son las notas? Al parecer la realidad (al igual que la intelección) se da en plenitud como constructa y no puede no hacerlo. ¿Será la clave para entender este problema el vocablo nota?

El grave problema que se encuentra en la base de la discusión es saber si la realidad se da o no en su totalidad como constructa o depende en última instancia de las lenguas que están siendo utilizadas en el vivir del hombre, las que posibilitarían unos accesos mejores que otros en la captación de la realidad. Zubiri no se cansa de decirnos que ya estamos inexorablemente en la realidad: “… la verdad es que estamos instalados modestamente, pero irrefragablemente, en la realidad”.[4]  No podría no serlo. Y en esto no hay problema; la dificultad surge cuando nos damos cuenta que se puede estar en la realidad distintamente. Y lo decimos solamente pensando en el caso humano. Si la aprehensión primordial de realidad se despliega constructamente, en logos y razón, es allí donde dará los frutos pertinentes. Y estos frutos están tocados por las lenguas en las que se ha manifestado la aprehensión primordial. Este es un grave problema de interpretación que conlleva como problema a la realidad misma. El mismo Zubiri se siente incómodo no solamente en el tema de las lenguas, sino en su propia lengua. “Las lenguas no se han hecho para perder el tiempo en filosofía, como yo hago, y es siempre difícil encontrar palabras que signifiquen exactamente lo que se quiere expresar [el subrayado es nuestro]”.[5]  ¿Por qué las palabras dificultan el decir filosófico, el decir de Zubiri? ¿Por qué las lenguas no expresan la filosofía acabadamente? ¿Las lenguas se hacen? ¿Para qué? ¿Su fin no es la filosofía?

Zubiri a lo largo de su vida se vio en la dificultad de decir adecuadamente lo que quería decir (esto es muy importante en filosofía y ciencia), pero esta adecuación es ad infinitum. Nunca se sintió a gusto en su propia lengua. En varios pasajes de su obra alude al problema del describir que tiene el lenguaje, problema importantísimo para Zubiri. Tras el inocente describir, nuestro pensador sabe que se oculta un modo de estructurar la realidad. Veamos un ejemplo: “Para describir este campo [Zubiri está hablando del logos] el lenguaje no posee en general más que términos tomados de la aprehensión visual [¿a qué se debe este problema?], con lo cual parecería que el campo fuera tan sólo un campo visual. Pero esto es una simple limitación del lenguaje [el subrayado es nuestro]”.[6]  Zubiri se siente constantemente  incómodo en el decir de su lenguaje. Decir anclado en una lengua románica indoeuropea. Pero ¿qué sucede con el indoeuropeo? ¿Por qué esta estructura lingüística no puede dar con las notas de manera nota?  Todo el problema de acuñar conceptos que den un sentido radical a la realidad, está sujeto a la lengua a la que se está adscrito: “… todo logos deja siempre abierto el problema de su adecuación primaria para concebir lo real”.[7]  Adecuación que será la base ulterior para pensar el problema de la realidad. Pero Zubiri ya sabe que la realidad se notifica a través de notas. ¿Cómo lo sabe? ¿Ya se le ha dado una cierta estructura base? ¿Es una estructura independiente de las lenguas? Pero si es independiente ¿por qué siempre se piensa desde la lengua históricamente dada? Esta gran dificultad lleva a Zubiri a intentar[‡] realizar un rodeo en su propia lengua, para que ésta le permita dar con lo que quiere: las notas. Las lenguas románicas, que son indoeuropeas, son lenguas de cosas y de relaciones entre cosas; no son lenguas de notas. Las notas son físicas, reales, se articulan entre sí y se imponen, pero no como cosas que se relacionan entre sí. ¿Cómo expresar en español algo que no se deja ni se puede en tal lengua? ¿Por qué se produce este problema?

En este breve estudio analizaremos el decir filosófico para dar cuenta de la realidad de modo pleno. Para esto es necesario saber lo que comprende Zubiri por realidad. En esto nos daremos cuenta que la lengua en la que se expresa el filósofo y la lengua en la que quiere expresarse no coinciden siempre. Incluso pensamos que su alejamiento radical de la fenomenología y de la ontología se debe en buena medida a que estas formas de afirmar la realidad no convencen a Zubiri. Para él debe haber un logos afincado en ciertas lenguas que pueda sacar esquirlas de inteligibilidad a la realidad de modo más acabado. Y esto será en definitiva el logos nominal constructo.

Origen del problema del decir filosófico

Pero, vamos por parte. ¿Qué entiende Zubiri por realidad? Semejante pregunta no es del todo fácil de contestar. Algunos piensan que el decir de Zubiri es monolítico, rígido, acabado, simple, diáfano, pero esta apreciación es insostenible y falsa. Cuando el filósofo nos habla de realidad, no nos dice en qué consiste, solamente nos plantea una pregunta. Realidad es casi la transcripción del término griego oÙs…a. Realidad nunca ha sido la respuesta de Zubiri, sino el vector que articula todo su pensamiento. Pareciera que el filósofo va acuñando distintas determinaciones de la realidad a lo largo de su vida. Cada una de ellas actualiza distintos matices, distintas perspectivas del objeto de estudio. Son distintas notas en las que se expresa la realidad. Podríamos pensar que realidad es sustantividad o actualidad o esencia o  suficiencia para ser o de suyo o Dios o respectividad etc., pero sería inoficioso intentar buscar la palabra que dé unidad a su pensamiento abismal. Su pensamiento piensa constructamente la realidad y, por tanto, la palabra siempre, por lo importante que sea, es una mirada, un gesto, un camino que nos lanza a la totalidad de su decir. Es el mismo mirar constructo de este pensador lo que imposibilita su total comprensión, incluso para él mismo. Pensemos en un texto que es de los últimos escrito por Zubiri: “Todo lo real está constituido por ciertas notas… Entiendo por realidad de algo el que estas notas pertenezcan a la cosa ‘de suyo’… Las cosas reales tienen multitud de notas, y esta multitud forma una unidad… Toda nota es en la cosa una ‘nota-de’. ¿De qué? De todas las demás… Estas notas de una cosa real son de dos tipos…”.[§]  Si nos damos cuenta, es fácil intentar dar en forma rápida una respuesta al problema que plantea el término realidad. Según la intención del lector, se podrá leer que Zubiri entiende realidad por de suyo o sustantividad o esencia o actualidad o respectividad etc. Pero si nos detenemos en el pensar articulador del filósofo, nos fijaremos que él piensa desde notas. Son ellas y nada más que ellas las que se presentan ante la mirada de Zubiri. En el pensamiento del filósofo no se ha realizado, del todo, una crítica a la noción de notas. Él siente notas cuando siente la realidad y debido a esto estudia la realidad como notas. Pero ¿qué son las notas?

Entonces ¿cómo entender lo que es nota? Nota “…es un vocablo más sencillo que el de propiedad, y tiene la doble ventaja de designar unitariamente dos momentos de la cosa. Por un lado la nota pertenece a la cosa; por otro, nos notifica lo que la cosa es según esta nota. Así el calor es una nota de la cosa y al mismo tiempo nos notifica lo que según esta nota es la cosa”.[**] ¿Por qué sucede al leer a Zubiri que cuando uno espera que diga en qué consiste lo que tiene que decir nos encontramos con una descripción que no nos satisface del todo? Lo que sucede es que la descripción zubiriana no es fenomenológica. Es otro tipo de descripción.[††]  ¿De qué tipo? Ya lo indicaremos. Incluso con Zubiri siempre nos quedamos perplejos por lo apretado y conciso de su descripción y por el hecho que cuando describe no puede no nombrar lo que está describiendo. La nota pertenece a la cosa y nos notifica lo que la cosa es según esta nota. ¿Lo único nuevo es el vocablo pertenecer? ¿Qué significa pertenecer la nota a la cosa? ¿La cosa puede ser entendida como algo en la cual el describir se subscribe no pudiendo evitarla? ¿No se puede dejar de lado la mirada sustancial heredada de los griegos? o ¿es un problema de la lengua con que se está intentando decir, acuñar la realidad?  Una vez más es la lengua la que está en el supuesto del decir del pensador.  Y una vez más ella es la que facilita o dificulta la comprensión del pensamiento. Lo cual es obvio e inevitable, pero esto se soslaya cuando lo estudiamos, lo pasamos por alto.[‡‡]  Zubiri tiene que expresar en una lengua indoeuropea algo que no se da bien en ella. Por esto siempre su decir (y el decir heredero del indoeuropeo) está tocado de un carácter esencial al indoeuropeo: la sustancialidad.  De allí su intento durante toda su vida de distinguir siempre sustancialidad de su vocablo sustantividad. El primero es pensado desde el indoeuropeo y nos da un rasgo típico de la realidad: ser sujeto de atribución: “Conceptuar a la cosa como un sujeto de sus accidentes inherentes, no pasa de ser una teoría [el subrayado es nuestro]. A mi modo de ver inaceptable”;[8] en cambio, el segundo es pensado desde las lenguas semíticas y nos da el rasgo que Zubiri encuentra más radical de la realidad: ser constructa. Pero aunque se intente pensar desde una lengua que piense lo constructo (por ejemplo, el semita) se piensa en definitiva desde el indoeuropeo en que se vive; es la lengua madre en la que se está instalado históricamente. De ahí que Zubiri esté hasta el final de su vida distinguiendo entre sustancia y sustantividad.[§§]  La sustantividad es constructa pero está pensada desde la estructura indoeuropea de la sustancia. Esta distinción constante la hace Zubiri para sí mismo. No puede no pensar en español (indoeuropeo) lo que en sí se da en forma muy clara en semita; es decir, no puede no tener presente el rasgo sustancialista cuando está pensando lo constructo de la realidad.

El indoeuropeo se expresa radicalmente en el logos predicativo,[***] un logos que describe una inherencia entre propiedades accidentales a un sujeto tras ellas (así nació la filosofía y se mantiene hasta actualidad), ésta inherencia se expresa por medio del verbo ‘ser’: “La filosofía clásica se apoyó en un logos perfectamente determinado: el logos predicativo. Sobre él está montada toda la ‘lógica’ como órganon primario para aprehender lo real. El logos predicativo envuelve un sujeto y unas determinaciones predicativas, predicadas de aquél mediante el verbo ser”.[9]  Es obvio que: “Toda realidad puede ser hecha término de un lÒgoj predicativo, pero eso no significa que esté físicamente ‘compuesta’ de un atributo y de un sujeto”.[10]  Lo más importante de este texto es el término físicamente. El logos predicativo en su describir nunca alcanza las notas físicas, éstas se les esconden tras la predicación y aparece el espejismo de la sustancia y del verbo ‘es’. Y este logos se incrusta incluso en la fenomenología descriptiva de Husserl, de allí la insuficiencia de ésta a la hora de abordar ese rasgo noto de la realidad:

…en aquellas realidades en que la sustantividad recubre exactamente el área de la sustancialidad, es posible aprehender dichas realidades en términos de pura sustantividad. Tomemos las cosas puramente materiales —a las que suele llamarse físicas por antonomasia—. Evidentemente al expresarlas en el lenguaje [el subrayado es nuestro], hago siempre de ellas sujetos de atribución. Pero creer que son forzosamente nada más que sustancias, esto, es sujetos reales de inhesión física de accidentes, es un espejismo [el subrayado es nuestro] producido por la descripción predicativa. El logos predicativo tiene siempre, en efecto, un sujeto y un predicado perfectamente determi-nados en su función de tales. Así, decimos que un cuerpo —llamémosle impropiamente masa— produce  una fuerza sobre otro cuerpo o sufre la acción de una fuerza. Esta descripción [el subrayado es nuestro y lo utilizamos para destacar que Zubiri no está hablando solamente de la filosofía tradicional, sino también de la fenomenología] tiende a incrustar en nuestras mentes la idea de que el cuerpo-masa es justo una ‘cosa’, una sustancia, cuya índole física es ser sujeto de una fuerza, esto es, ser sujeto de inhesión del accidente ‘fuerza’. Pero, decía, esto no pasa de ser un espejismo… Si pudiéramos, expresar [el subrayado es nuestro], en efecto, este mismo fenómeno dinámico en términos de pura sustantividad, no llegaríamos jamás a aquella indiscriminada identificación del sujeto de atribución con el sujeto de inhesión o sustancia, sino que expresaríamos el fenómeno en términos puramente estructurales [para esto se necesita una lengua semita], esto es, considerado ese fenómeno como  la variación de una estructura de sustantividad y no como una acción o pasión de un sujeto sustancial.[11] 

Esta idea de Zubiri traspasa su metafísica[†††].  ¿Cómo pensar eso que en sí mismo no se deja pensar en el logos predicativo, en el logos fenomenológico? Hay un logos que no es predicativo. “El logos esencial no es forzosamente un logos definiente… La forma primaria de aprehensión afirmativa de lo real es la forma nominal. Y esto… porque el simple nombre desempeña a veces la función de designar afirmativamente la realidad de algo, sin la intervención del verbo ser… Es un logos ante-predicativo, el ‘logos nominal’. Por tanto, no puede identificarse el logos con el logos predicativo”.[12]  La única forma de lograr esto es por medio del logos nominal constructo.

Del logos fenomenológico al logos nominal constructo

Pensar la realidad desde las notas fue lo que permitió al pensador salir de la fenomenología. Esta no era del todo radical. La descripción noemática es en su esencia predicativa, no da del todo con el rasgo de nota de la realidad. Este carácter se oculta en la descripción al reducir el objeto del describir a una esencia eidética vacía de contenidos, esencia, en definitiva, sustancial. Y son los mismos contenidos precisamente las notas. La descripción fenomenológica realiza una descripción eludiendo lo fundamental: las notas. Es por esto, que la descripción al describir tiende a predicar y en esto no se notifica el rasgo de notas que articula a la realidad. Zubiri sentía que tenía que haber otro modo de dar con la realidad, otro modo de arrancarle una esquirla más plena. El siempre estuvo muy cercano a la línea fenomenológica. Como método, intenta describir, analizar, las estructuras (no noemas) que comparecen ante al logos. Pero pronto se dio cuenta de lo insuficiente en el análisis. El logos fenomenológico dio paso al logos nominal constructo. Este se estudia por el filósofo en forma detallada en sus dos grandes obras: Sobre la esencia y la Trilogía de la Inteligencia sentiente. Y se estudia con el nombre de juicio proposicional o frase nominal. Pero aunque se estudie en ciertos pasajes, el logos nominal constructo, como se ha dicho, atraviesa desde dentro toda la obra.

Creemos que la etapa eminentemente metafísica aludida por Zubiri en el Prólogo Dos etapas de Naturaleza, Historia, Dios[‡‡‡] indica el giro de la posición de su pensamiento como acceso filosófico efectivo y verdadero a la realidad. Nuestro pensador se pregunta:

…¿es lo mismo metafísica y ontología? ¿Es lo mismo realidad y ser? Ya, dentro de la fenomenología, Heidegger atisbó la diferencia entre las cosas y su ser. Con lo cual la metafísica quedaba para él fundada en la ontología. Mis reflexiones siguieron una vía opuesta [¿Por qué?]: el ser se funda en la realidad [¿Cómo lo sabe?]. La metafísica es el fundamento de la ontología. Lo que la metafísica estudia no es la objetividad [Husserl y su fenomenología] ni el ser [Heidegger y su ontología], sino la realidad en cuanto tal. Desde 1944 mi reflexión constituye una etapa rigurosa metafísica.[13]

¿Qué fue lo que llevó al cambio a Zubiri? ¿Qué sucedió con él desde 1930 cuando estaba en Alemania a 1944 cuando ya está en España? ¿Dónde estaba Zubiri a mediados de la década de los 30?  Estaba en Italia y Francia. ¿Qué estaba haciendo ahí? Ahí nuestro pensador tuvo conocimiento del logos nominal constructo. Zubiri cuando estuvo en Italia y Francia desde finales del año 1935 a 1938 quedó completamente cautivado por sus estudios de lenguas semíticas. Zubiri en este período aprehende de grandes maestros lenguas como: sumerio, acadio, hitita, avesta, arameo, etc. (ya sabía griego, latín y hebreo).[§§§]  En este período Zubiri conoció a hombres tan importantes como: P. Anton Deimel,[****] Masignon, Meillet, Benveniste, Dhorme, Laporte, De Menasce, Labat, etc. A través de ellos, su pensamiento quedó completamente influenciado y desde estos nuevos conocimientos se le actualizó el ‘estado constructo’ como ese rasgo radical que a la fenomenología se les escapa pero que a la ciencia,[††††] a la teología[‡‡‡‡] y a la lingüística los constituye.

Por medio de la fenomenología se describe, pero lo que se describe ahora no es lo que se da, ni se muestra, sino lo que se impone. Este es un nuevo logos. ¿Qué es lo propio de este logos? ¿Cuál es su ventaja respecto a otras modalidades de logos? Pero vamos por parte. Zubiri pasó de un logos fenomenológico de corte husserliano en donde se describen notas-noemas a un logos existencial de tinte heideggeriano en donde se describen notas-sentido y finalmente pudo dar con el logos nominal constructo en donde se describen notas-constructas. Del logos fenomenológico al ontológico y de ahí al constructo es el periplo filosófico que va acuñando Zubiri en su obra. Desde el logos nominal constructo, como hemos dicho reiteradamente, se describe su gran y última obra de la madurez Inteligencia sentiente.

Zubiri encuentra insuficiente la fenomenología para abordar metafísicamente la realidad y no se cansa de exponerlo a lo largo de su obra:

Husserl no va directamente a las cosas, porque lo que quiere en primera línea es evidencias apodícticas, absolutas, esto es, un saber, que por su propia índole en cuanto forma de saber, garantizara esas evidencias y fuera, por tanto, un saber absoluto en y por sí mismo, a diferencia de todo saber empírico. La diferencia radical de que Husserl parte en toda su filosofía, es la contraposición entre saber absoluto y saber empírico; no es la diferencia de dos modos de ser—‘lo’ absoluto y ‘lo’ relativo—, de dos modos de saber.  Subsume, pues, el concepto de esencia bajo el concepto de absoluto, y a su vez, hace de lo absoluto un modo de saber. Con lo cual en lugar de buscar lo absoluto de las cosas, lo que hace es acotar dentro de éstas aquella zona a la que alcanza ese saber, absoluto por sí mismo.  En su virtud, Husserl ha lanzado el problema de la esencia por vía del saber, es decir, por la vía del acto de conciencia en que la aprehendo. Pero con ello la esencia de las cosas queda irremediablemente perdida de antemano y jamás podrá volver a recuperarse. La filosofía de Husserl, la Fenomenología, jamás nos dice qué es algo [el subrayado es nuestro], sino cuál es el modo de conciencia en que es dado. Con sus célebres esencias, Husserl no nos dirá nunca qué es la esencia sino tan sólo qué es lo que se nos da en el modo absoluto de conciencia; y este ‘qué’ es al que llamará sin más esencia.[14] 

Es interesante señalar que esta crítica que hace Zubiri a Husserl es muy parecida a la que hace Heidegger en Mi camino en la Fenomenología,[15] texto de 1963. Sin embargo, Zubiri ve ya en el mismo pensamiento de Heidegger la impronta de la fenomenología y, por ende, siempre está presente un cierto idealismo que no alcanza la realidad de las cosas, volviéndose al aprehensor humano:

…toda la filosofía de Heidegger es un comentario a esta idea de que el hombre es el comprehensor del ser. No es de extrañar. Heidegger ha partido de la Fenomenología, y pese a las hondas, radicales, transformaciones que en ella introduce, sin embargo, permanece en el ámbito fenomenológico. Para la Fenomenología, lo primario y fundante es siempre y sólo la conciencia, como ente en el cual y sólo en el cual se dan las cosas en lo que ellas verdaderamente son. Heidegger supera la idea de conciencia mediante la idea de comprensión, y supera la idea del ‘darse’ de las cosas mediante la idea del fa…nesqai, del aparecer en el sentido de mostrarse. Este mostrarse es mostrarse como ‘siendo’. ‘Ser’ es entonces la posibilidad de que las cosas se muestren y de que el hombre las comprenda. Con lo cual lo radical del hombre se torna en comprensión del ser.[16] 

¿Se podría aplicar esta crítica al mismo Zubiri? ¿Permanece Zubiri en el ámbito fenomenológico pese a las hondas y radicales transformaciones que introduce? En cierta forma permanece. El logos metafísico de Zubiri también describe (se atiene a lo dado, sin construir teorías). Pero, en otra forma no permanece porque su describir pretende ser nominal y constructo, o sea, noérgico. Se describen notas físicas de la realidad. Zubiri encuentra insuficiente el método fenomenológico por que no alcanza ese rasgo constructo de la realidad, rasgo que se da en la aprehensión, pero que la fenomenología lo desecha por dar la espalda a la cosa y mirar al saber. “Husserl se mueve siempre en un plano conciencial. Por eso, toda su filosofía tiene un solo tema: ‘conciencia y ser’, y un solo problema: el saber absoluto en una ‘visión’. Pero conciencia y ser se fundan en intelección y realidad”.[17]  Y más adelante se señala al asociar la fenomenología con la intuición: “La intuición no es sino dimensión noética de la aprehensión primordial de realidad. La aprehensión primordial de realidad es pues en sí misma mucho más que intuición: es una aprehensión noérgica. No es un ver sino que es un aprehender en impresión de realidad”.[18]

 

El problema radical de expresar la realidad como constructo de ‘notas’

Nuestro pensador acude constantemente a ejemplos aparentemente sencillos que iluminen su decir constructo y lo diferencien del indoeuropeo. ¿Por qué cuando Zubiri da ese tipo de ejemplos nos cuesta entender lo que quiere decir con ellos? Zubiri nos había dicho que el calor (este ejemplo es recurrente) es una nota que pertenece a la cosa y que nos notifica su calor. De esto lo único que sabemos es que, al parecer, nota es algo así como el calor que tiene una cosa, el cual  nos notifica lo que la cosa es según esa  nota-calor. El ejemplo es lo más simple posible, pero ¿lo entendemos? ¿No nos pasa con Zubiri algo extraño? Al leerlo quedamos asombrados por su decir. Sabemos que nos ha dicho lo que pretendía decir, pero lo dicho se oculta en la manera de decirlo. Y de inmediato nos surge la necesidad de re-leer ese decir que se ve tan simple para poder dar con la clave que ilumine todo el pasaje. Y en esto buscamos esa palabra unidad que defina que describa que muestre el todo y como pocas veces la encontramos o nos sentimos defraudados del decir de este filósofo o nos apresuramos a dar con esa palabra mágica que le dé sentido al texto (a veces hasta la inventamos). Y llegamos a interpretar: Zubiri entiende por realidad tal o cual cosa por las razones siguientes. Y lo que sucede es que nos hacemos cargo de las distintas razones que soportan a esa palabra clave y olvidamos el decir mismo de Zubiri.  Lo que nos sucede con nuestra interpretación[§§§§] es que ella está siendo pensada una vez más desde el rasgo sustancialista del indoeuropeo. Zubiri lo señala así: “… que duda cabe que el imperio de las lenguas indoeuropeas va imponiendo una cierta uniformidad a los hombres”.[19]  Ese imperio va buscando la unidad detrás del accidente.[*****]  Generalmente en Occidente se busca la palabra-sustancia que explique las palabras-accidentes. Y en esta hermenéutica traicionamos en su esencia al pensamiento de Zubiri: “Radical y formalmente, lo real no es sustancialidad, sino sustantividad. Entre otras cosas, nuestra filosofía necesita una metafísica de la sustantividad”.[20]  Para expresar una metafísica de la sustantividad es necesario pensar desde otra estructura lingüística.

Pero sigamos con la nota y con otro ejemplo. Cuando Zubiri analiza la estructura formal del sentir en la Trilogía, lo hace desde la impresión[†††††] (o ¿de la nota-impresión?). En ella ve tres momentos constitutivos:

1º La impresión es ante todo afección del sentiente por lo sentido. Los colores, los sonidos, la temperatura interna del animal, etc. [estas cualidades son ejemplos de notas], afectan al sentiente… 2º Impresión es la presentación de algo otro en afección. Es alteridad en afección. A esto ‘otro’ es a lo que he llamado y continuaré llamando nota. Aquí nota no designa una especie de signo indicador como significó etimológicamente en latín el sustantivo nota, sino que es un participio, lo que está ‘noto’ (gnoto) por oposición a lo que está ignoto, con tal de que se elimine toda alusión al conocer (esto sería más bien lo cognitum), como el saber (que dio origen a noción y noticia). Hay que atender tan sólo a ser meramente noto. Así, para un topo no hay una nota cromática; pero para los animales con sentido visual el color es algo noto… 3º Es la fuerza de imposición con que la nota presente en la afección se impone al sentiente. Es justo lo que suscita el proceso mismo del sentir. En general se trata más de un conjunto de notas que de una nota aislada.[21] 

¿Cómo es posible entender semejante texto tan importante sin entender lo que es la nota? ¿Se puede saber qué es la impresión eludiendo lo que significa nota? Y una vez más, el pensador nos da un ejemplo para explicar el decir, es un simple ejemplo, el de un topo. Pero ¿explica algo?. El ejemplo no explica nada. Antes fue el calor, ahora es un topo. Antes la nota era algo que pertenece a la cosa, ahora es algo que no pertenece a la cosa. En este texto se entiende que nota es algo otro. Es lo que está ‘noto’ (la nota se explica, una vez más, a través de sí misma, es lo noto). Nota es lo meramente ‘noto’ que también afecta y se impone con fuerza. De esto tenemos que la impresión se resuelve en tres elementos constitutivos y esenciales, dicho elementos son notas que la constituyen. Y cada una de estas notas se articula con las otras en su rasgo ‘noto’. Si nos detenemos en lo señalado, veremos que ya estamos en presencia del constructo (completamente diferente al rasgo de descripción en inherencia accidental a un sujeto oculto) y nunca hemos salido de él. La nota se explica a sí misma, se notifica constructamente. La nota es lo ‘noto’ en cuanto afectante, en cuanto otro y en cuanto se impone. Esto es la impresión desde una mirada de notas. ¿Sabemos entonces qué es la impresión? ¿Sabemos qué es la nota? Por lo menos sabemos más que antes, pero sabemos ¿en qué consiste radicalmente la nota sin el vocablo nota? Al parecer estamos ante una encrucijada. Algo sabemos del carácter de nota de la realidad, pero lo sabemos en términos de la nota misma. Ella se expresa a luz de sí misma. Nota es ser momento, carácter, rasgo, pertenencia, contenido, alteridad, imposición, etc. Nota es ser notas.[‡‡‡‡‡]  Son notas entre sí.[§§§§§]  En esto radica la dificultad del pensamiento de Zubiri. La realidad se nos muestra en notas que se expresan como notas en un decir notificante. Tal problema para expresarse ¿empobrece su pensamiento? De ningún modo. Al contrario su pensamiento está completamente embargado del rasgo noto de la realidad; es este rasgo el que constantemente se notifica a sí mismo una y otra vez. Lo noto se notifica y esto se da, se despliega a través de notas. Lo noto se muestra, se manifiesta, se notifica, se hace noto en las notas. Lo noto no puede notificarse sino de manera nota. Eso es lo que muestra el decir de Zubiri. El decir de Zubiri notifica lo notificante de la nota. Y este decir se dice desde un logos nominal constructo.

Con lo dicho ya podemos entender, en algún aspecto, lo que es nota. Entonces nota es

…un vocablo en toda su máxima generalidad. Usualmente se suele tomar como sinónimo de propiedad, pero dando a este vocablo un sentido restringido, a saber: algo que ‘tiene’ la cosa ya previamente constituida en cuanto tal… Aquí, en cambio, al hablar de ‘notas’ me refiero no sólo a estas ‘propiedades’ de la cosa, sino a todos los momentos que posee, incluyendo entre ellos hasta lo que suele llamarse ‘parte’ de la cosa, es decir, la materia, su estructura, su composición química, las ‘facultades’ de su psiquismo, etc.[22]

¿Cómo es posible que la realidad muestre lo más propio de sí de un modo tan vago? ¿Por qué la realidad se notifica como notas que la constituyen de modo nóticamente amplio y general? ¿El decir vago de Zubiri muestra lo radical de la filosofía? La filosofía solamente pretende sacar unas esquirlas de inteligibilidad a la realidad.[23]  Este rasgo modesto que nos notifica la realidad de sí misma es su carácter constructo.[******]

Los fragmentos del pensamiento zubiriano son acuñaciones dentro de una mirada constructa. De suyo, sustantividad, actualidad, esencia, respectividad, etc. son esquirlas que están inscritas  en la mirada notificante.  ¿Por qué Zubiri siente la realidad de modo notificante? La realidad se siente como notas y nada más que notas. Estas notifican su carácter de ser meras notas y el pensador plasma en sus escritos de modo noto lo notificado por las notas de la realidad.[††††††]  Si observa con atención lo señalado nos damos cuenta que todos los temas tratados por Zubiri en su obra, están estudiados de la misma manera. Los grandes problemas a los que se enfrenta el pensamiento zubiriano son constructos de notas; por ejemplo, el hombre, la verdad, la historia, el tiempo, el espacio, la voluntad, Dios, etc. Tanto por la forma como el contenido nuestro pensador no puede desprenderse de lo noto. Aunque este rasgo a veces no se vea o se oculte a la mirada poco atenta, podemos decir con total seguridad que su pensamiento abismal nunca deja de girar en torno a las notas. Zubiri siente, escribe, habla, piensa, comprende la realidad como notas. Por esto aunque parece que el tema de la nota no sea muy importante en su gran obra sobre la intelección, es el problema que articula dicha obra. De aquí que el supuesto del logos nominal constructo perfore y sustente el pensamiento de nuestro filósofo a lo largo de su vida.

 

El carácter físico de las notas como base de un logos nominal constructo

El logos semítico[‡‡‡‡‡‡] describe lo que se le impone. Y lo que se impone es constructamente físico, es decir, en este tipo de logos se describen notas físicas articuladas entre sí, en estado constructo. Zubiri lo dice así: “Lo que con mayor claridad expresa este carácter unitario de la nota y del ‘de’ es tal vez la forma gramatical en que se expresa muchas veces el genitivo en algunas lenguas semíticas”.[24]  Hay muchos textos en que Zubiri se refiere al estado constructo.[§§§§§§] Nosotros preferiremos uno muy especial que muestra el vínculo entre estado constructo, realidad y lengua semítica (y la deficiencia de las lenguas indoeuropeas):

A mi modo de ver, las cosas están formalmente constituidas por propiedades, notas, cualidades (poco importa el vocablo que se emplee) coherentes entre sí: cada una en cuanto propiedad es propiedad de todas las demás, es ‘propiedad-de’ [entiéndase ‘nota-de’]. Es lo que con un vocablo tomado de la gramática de las lenguas semíticas, llamo ‘estado constructo’. En el estado constructo los vocablos entre sí, y por tanto lo por ellos designado, constituyen formalmente una unidad propia. Y esta unidad del estado constructo es lo que yo llamo sistema. Si digo en cualquier lengua indoeuropeas ‘hijo de Pedro’, tengo dos nombres y dos realidades, hijo y Pedro, el uno dependiente del otro. Pero en estado constructo no tengo, por así decirlo, sino un solo nombre y una sola cosa, construida en dos momentos suyos: algo así a como si dijera ‘hijo-de-Pedro’. Bien sé que a uno de estos momentos se le llama estado absoluto, pero este término es absoluto porque es la base sobre la que está construido el todo.[25] 

Este texto de Zubiri es brillante.  Nos deja instalado en la necesidad de comprender el logos nominal constructo para que podamos realmente entender lo que entiende por realidad. La cual se piensa desde las notas.

Zubiri nunca se cansa de decir que se escribe y se piensa desde la lengua dada históricamente: “Como las lenguas están ya constituidas, lo esencial es no confundir esta necesidad histórica y estructural de nuestro lenguaje con la conceptuación de la afirmación misma”.[26]  O sea, no por esto se tiene que confundir una necesidad histórica con la realidad misma (al parecer esto es el problema de Heidegger y de la filosofía desde su constitución como tal por los griegos). Pero de esto nos surgen muchas preguntas ¿Cómo es posible darse cuenta que lo que se piensa, se levanta desde una determinada lengua? Y si el pensador se da cuenta de esta esencial conexión ¿cómo es posible que piense que su afirmación es una más entre otras? Y si ocurre esto ¿cómo es posible que sepa cuál es la afirmación más propia de la realidad si él piensa desde una determinada lengua? ¿Es necesario saber muchas lenguas para saber cuál es la que mejor afirma? ¿Qué es lo que garantiza que esta lengua afirma mejor que otra la realidad? ¿Se necesita que la realidad ya esté dada en un cierto sentido para que sea el canon de una afirmación más ajustada a los hechos? Y si está dada ¿no se despliega ya en una lengua lo que de inmediato nos deja en una posición determinada de pensamiento? Y así volvemos al comienzo y no podemos salir del círculo.

Las notas se sienten impresivamente. Ellas nos afectan como algo otro que se impone. Lo propio de la nota es imponerse físicamente. Y aquí radica la total diferencia con el pensamiento de Husserl y el Heidegger. La nota se notifica de modo físico (no son meras notas noemáticas ni de sentido). Por esto Zubiri ya en Sobre la esencia[27] ya en la Trilogía comienza realizando una determinación del vocablo griego físico. En ambos textos se dice casi lo mismo, pero lo que se dice es vital para el desarrollo de las ideas y marca la diferencia con sus etapas anteriores filosóficas. Es el rasgo físico el que constituye al noema y al sentido.

Físico es el vocablo originario y antiguo para designar algo que no es meramente conceptivo sino real. Se opone por esto a lo meramente intencional, esto es a lo que consiste tan sólo en ser término del darse cuenta. El darse cuenta es ‘darse cuenta’, y este momento del ‘de’ es justamente la intencionalidad. El ‘estar’ en que consiste físicamente el acto intelectivo es un ‘estar’ en que  yo estoy ‘con’ la cosa y ‘en’ la cosa (no ‘de’ la cosa), y en que la cosa está ‘quedando’ en la intelección. La intelección como acto no es formalmente intencional. Es un físico ‘estar’. La unidad de este acto de ‘estar’ en tanto que acto es lo que constituye la aprehensión.[28]

Ese estar ‘con’ y ‘en’ la cosa en lo que consiste aprehender la realidad, es lo físico de la nota. Las notas se notifican como un estar (físico) en la aprehensión con y en la cosa. El estar con y en es como las notas se articulan entre sí. Y por esto que ni la conciencia ni la comprensión sino la inteligencia sentiente es lo único que da cuenta de modo efectivo de la realidad.

En el texto de Sobre la esencia respecto a lo físico queda más clara la relación entre inteligencia y realidad a través de las notas como físicas:

… el acto mismo de inteligir es algo físico. Aquí, pues, lo ‘físico’ se contrapone a lo ‘intencional [una vez más la crítica a Husserl]. Y de aquí ‘físico’ vino a ser sinónimo de ‘real’, en el sentido estricto de este vocablo…El peso y el color de un manzano son físicamente distintos; son, en efecto, dos notas reales, cada una por su lado, y que contribuyen a ‘integrar’ la realidad de aquel… Físico y real, en sentido estricto, son sinónimos.[29] 

Zubiri siente, intelige, aprehende lo real como físico y esto es así por su mirada a través de notas. Son ellas nuevamente lo fundamental en el pensamiento del español. Y esto se produjo por su total embargo en las lenguas semitas. Gracias al estudio de estas lenguas Zubiri pudo ir precisando su etapa metafísica distanciándose de la ontología heideggeriana.

Las notas no se describen por igual en cualquier lengua. Para Zubiri en toda estructura lingüística transparece en algún modo una estructura conceptual y lo tenía muy presente:

… el lenguaje… significa ‘expresando’ [el subrayado es nuestro]. Y entre toda expresión, sea o no lingüística, y la mente misma hay una unidad, honda y radical: la forma mentis. Esta unidad, es decir, esta mente así ‘conformada’, es lo que precisa y formalmente llamamos ‘mentalidad: mentalidad es forma mentis. Por esto es por lo que el decir, el lšgein, no es sólo un decir ‘algo’, sino que es decirlo de ‘alguna manera’, esto es, con ciertos módulos propios de una determinada mentalidad… Nos basta con afirmar que la estructura del lenguaje deja traslucir siempre, en algún modo, unas ciertas estructuras conceptuales propias de la mentalidad.[30] 

Zubiri sabe que tiene que nombrar las notas en su carácter notificante como tal, pero la lengua en la que piensa no le permite decirlo en forma plena. De allí su total incomodidad en el lenguaje. La mentalidad en la que piensa Zubiri le impide pensar lo que quiere pensar: las notas físicas de la realidad. Veamos este ejemplo que siempre sale en la obra de Zubiri: ‘El calor es caliente’. Y estudiémoslo desde el horizonte heideggeriano; así veremos la diferencia con el español. Aquí, para nuestro pensador, ‘es’ no significa ‘ser’ en sentido entitativo; tanto menos cuanto que la realidad no consiste jamás en ser. Lo que sucede es que Heidegger no puede prescindir del lenguaje ya creado para pensar. Y entonces es inevitable a veces recurrir al ‘es’ para significar lo que en propio pertenece a algo.[31]

Decir “el calor ‘es’ caliente” significa para Zubiri otra cosa que lo que dice la sentencia para Heidegger. Como la sentencia dice lo que dice en estructura indoeuropea aparece un ‘es’ extrínseco a la realidad con carácter de intrínseco a ella misma. Y por esto confunde. El ‘es’ se expresa en indoeuropeo y oculta la realidad. El rasgo ‘es’ se siente con carácter sustancial que funda al accidente calor. En el ‘es’ se lee un ‘se da’ (es gibt) calor que calienta (esto es la filosofía griega anclada en Parménides que llega hasta Heidegger). En el ámbito que abre el ‘ser’ se da, acontece, se presencia, lo que está ahí en ese ámbito abierto: la presencia del calor (por esto el calor se torna en lo presente, en lo ente). Y está ahí en la presencia abierta por ese ‘se da’ (que no es presencia, sino Ereignis, Gelassenheit, Sein, etc.) de modo esencialmente caliente. Es decir, toda la filosofía de Heidegger (incluso del Heidegger final de Zeit und Sein)[*******] no es nada más que volver a pensar lo que los griegos pensaron en el origen.[†††††††]  Desde Parménides se pensó, en una estructura indoeuropea, el ser como lo que da: presencia, sentido, posición, nada, etc.  Y esto es insostenible para Zubiri.  El ‘es’[‡‡‡‡‡‡‡] que se afirma en las lenguas indoeuropeas ha engañado al pensamiento; no porque sea falso, que no lo es, sino que es derivado del rasgo físico de las notas de la realidad, notas que se articulan constructamente. Pues, ¿Qué sucede con otras lenguas?: “¿Qué sucede con las lenguas que carecen de verbo ser o con aquellas lenguas que, aún teniéndolo, hacen escasísimo uso de él, como sucede en las antiguas lenguas semíticas?”[32]  Este ‘es’ que se afirma atraviesa el pensamiento occidental. Nuestro pensador lo dice así:

La teoría [el subrayado es nuestro] de la afirmación se ha fundado exclusivamente sobre las lenguas indoeuropeas, y dentro de ellas sobre el logos helénico, el célebre lógos apophantikós de Aristóteles. Y esto ha podido conducir a una falsa generalización, a pensar que el ‘es’ es el momento formalmente constitutivo de toda afirmación. Claro está, como nos expresamos en lenguas que proceden del tronco indoeuropeo, no nos es posible eliminar de nuestras frases el verbo ‘es’, y tenemos que hablar forzosamente de que tal o cual casa ‘es’ real, etc.; de la misma manera que la propia filosofía griega desde Parménides hasta Aristóteles, ha tenido que emplear frases en las que se dice ‘el ser es inmóvil, etc.’. Aquí aparece dos veces el ‘es’, una como aquello de que se afirman unos predicados, y otra como la cópula misma que los afirma. Estos dos sentidos no tienen nada que ver entre sí. Lo cual pone de manifiesto la enorme limitación de la frase indoeuropea en este tipo de problemas.[33]

 

 

El logos nominal constructo en la obra zubiriana

La gran idea de Zubiri para dar cuenta de la realidad se ve en la frase nominal (logos nominal lo llama en Sobre la esencia) o juicio proposicional (así lo llama en Inteligencia y Logos):

Ningún lingüista admitiría hoy que la frase nominal lleva elípticamente una cópula sobrentendida. La lingüística

piensa, y con razón, que la frase nominal es un tipo originario e irreductible de  frase a-verbal. Hay dos tipos de frases: la frase verbal y la frase averbal; y ambas son dos maneras de afirmación esencialmente irreductibles. No hay en la segunda una elipsis verbal. La cosa es tanto más clara cuanto que las frases con elipsis verbal son frecuentísimas, por ejemplo en sánscrito clásico. Pero junto a ellas hay frases estrictamente nominales sin elipsis verbal; por ejemplo en el Veda y en el Avesta la frase nominal raras veces es elíptica. Y esto es esencial por dos razones. Primero, por lo que acabo de decir: la frase nominal es en sí misma y por sí misma una frase averbal. Carece, pues, de ser copulativo. No es por tanto predicación larvada…Pues bien, la frase nominal, carece de cópula, y sin embargo, es un juicio en el sentido más riguroso del vocablo. Y esto nos descubre la segunda razón por la que la teoría del juicio larvado es insostenible. La frase nominal, en efecto, no sólo carece de cópula sino que precisamente por ello mismo, según vimos, afirma la realidad con mucha más fuerza que si empleara el verbo ‘es’.[34] 

Es por esto, que solamente desde el estudio del juicio proposicional o frase nominal podemos vislumbrar lo qué pensaba Zubiri cuando intenta dar con lo propio de la realidad. Él en pocos pasajes estudia este tipo de logos propiamente tal, pero su obra está pensado desde él.  Y la dificultad nace en que este tipo de logos se da con mayor éxito en lenguas semíticas y no indoeuropeas. Y el español de Zubiri es una lengua romance indoeuropea, luego el problema que tiene nuestro pensador es crucial. No le permite a lo largo de su vida dar acabadamente una respuesta a la interrogante de la realidad. 

La determinación logos nominal constructo aparece en el primer gran libro de Zubiri (el libro de la etapa metafísica), esto es, en Sobre la esencia.[§§§§§§§]  Y aparece para expresar el tipo de logos que le permite dar con el rasgo metafísico propio de la realidad.

… las ‘cosas’… se expresan en todas las lenguas por ‘nombres’. Pero tomadas en sus conexiones mutuas, se expresan nominalmente de distintas maneras. Se expresan en primer lugar, mediante una ‘flexión’ nominal. Y esta estructura morfológica deja trasparecer la conceptuación de un determinadísimo aspecto de la realidad. La flexión, en efecto, afecta intrínsecamente a cada nombre; esto es, en el nombre declinado se expresa la conexión de una cosa con otra no como mera ‘conexión’, sino como ‘modificación’ de realidad absoluta, y, por tanto, se expresa la cosa como una realidad subjetual dotada de intrínsecas modificaciones… Otras veces se expresan las conexiones mediante ‘preposiciones’ que se añaden al nombre. Esto es, se conceptúan las conexiones no como modificaciones intrínsecas, sino justamente al revés, como tales conexiones de cosas. Las cosas son, por tanto, primariamente, independientes entre sí, y a esa realidad se le añade después una red de ‘relaciones’ más o menos extrínsecas, que las vinculan. Aquí, la conexión es ‘relación’… Las lenguas indoeuropeas emplean sólo la flexión nominal y el régimen preposicional. Otras lenguas, por ejemplo, las románicas, emplean tan sólo las preposiciones.[35] 

Este es el problema que ve Zubiri con las lenguas románicas como el español en la que está sumergido. La realidad nos queda como un fondo subjetual que es soporte de modificaciones. Así nació la filosofía en Grecia. Y, además, el latín y sus variaciones han realizado un giro radical a la concepción griega. Las cosas se nos transforman en cosas rígidas independientes del resto, son mónadas. Las modificaciones de lo subjetual (griego) dan paso a las relaciones entre cosas (latín). Y así las notas nos quedan completamente desarticuladas y desconectadas entre sí.  El problema de Zubiri es fundamental porque desde el español tiene que acuñar un logos que le permita decir lo que quiere. Para realizar esto él tiene ante sí sus conocimientos de lenguas semíticas. Son ellas las que le posibilitaron otro modo de indicar la realidad. El modo constructo. Pero lo constructo en Zubiri siempre está tocado por lo indoeuropeo y románico, lo cual es inevitable. De aquí la dificultad de leer su obra:

Pero hay veces en que el lenguaje expresa las cosas conexas mediante nombres morfológicamente construidos unos sobre otros, de suerte que la conexión se expresa mediante la unidad prosódica, fonética y semántica de dos o varios nombres. Es el ‘estado constructo’. Por esto los nombres en estado constructo ocupan un lugar perfectamente definido en la frase, sin poder separarse del nombre en estado absoluto. En este tercer recurso morfológico transparece conceptuado un nuevo y original aspecto de la realidad. Tanto en la flexión nominal como en el régimen preposicional se carga el acento sobre cada cosa en y por sí misma, o bien modificándola intrínsecamente, o bien relacionándola extrínsecamente. Pues bien: en el estado constructo se conceptúa lo real como un sistema unitario de cosas, las cuales están, por tanto, construidas las unas según las otras, formando un todo entre sí. Aquí lo primero no son las cosas, sino su unidad de sistema. La conexión no es entonces ni flexión ni relación, sino sistema intrínseco… las lenguas semíticas, unas emplean tanto la flexión como las preposiciones y el estado constructo, mientras que otras han perdido la flexión nominal y emplean sólo los dos últimos recursos. Pero lo que aquí nos importa ahora no es la morfología nominal, sino la conceptuación de la realidad que en ella transparece. El estado constructo, como recurso morfológico oriundo de una de una mentalidad propia, nos ha descubierto la conceptuación de una estructura de la realidad, según la cual la realidad misma es entonces primo et per se unidad de sistema. Con lo cual la expresión ‘estado constructo’ ya no designa aquí un mero recurso morfológico, sino una estructura real y física… He aquí, pues, el órganon conceptual adecuado que buscábamos para nuestro problema: el logos nominal constructo.[36]  

Sí este es el órganon que descubrió Zubiri en la década del 30, y que le posibilitó su etapa metafísica y lo alejó para siempre del modelo clásico de hacer filosofía que traspasa nuestra historia desde Parménides hasta Heidegger.

¿Qué sucedió con el logos nominal constructo en la obra posterior de Zubiri? Fue totalmente asumido como método. A tal nivel que parece desaparecer por completo. En las obras restantes ya no lo indica más. Solamente encontramos de pasada en Inteligencia y Razón, su última obra, una referencia al logos nominal constructo como el órganon propio de la filosofía para afirmar plenamente la realidad. En este texto, que encabeza nuestro escrito, Zubiri retoma lo dicho en Sobre la esencia y le da un nuevo y radical sentido. Desde su último libro interpreta su etapa metafísica.[********]  Al parecer nuestro pensador da por sentado en su obra posterior a 1962 que la realidad se afirma de modo más acabada por medio de este logos. Pero esto es muy importante saberlo a la hora de interpretar a Zubiri. Su etapa metafísica se mueve siempre desde un logos nominal constructo y esto es muy interesante de señalar para el estudio de su obra fundamental la Trilogía sobre la inteligencia. Cuando Zubiri señala que a lo largo de los centenares de paginas sólo hay una descripción de la realidad, que puede ser muy complicada, pero en el fondo es una simple descripción, se está refiriendo a la descripción constructa no a una descripción fenomenológica. Una descripción que sigue fiel a la expuesta en Sobre la esencia, pero que se ha perfeccionado en la descripción misma de la realidad. Ahora se da una descripción más adecuada que la realizada en aquel libro pero sigue siendo descripción constructa. En Sobre la esencia lo constructo de la descripción se tornaba rígido. La realidad como unidad de notas que da estructura al todo sistemático tenía un carácter de rigidez; en cambio, en la Trilogía la descripción cobra un carácter dinámico, el todo de notas se constituye en actualidad.

Lo constructo en Sobre la esencia se describe desde el rasgo de nota que lo articula; en cambio, en la Trilogía lo constructo se describe desde el rasgo de la propia articulación que las notas adquieren entre sí; este rasgo es la actualidad. Esto se debe al proyecto filosófico que Zubiri en Sobre la esencia intenta dar con el carácter de lo real qua real en la impresión de realidad y en la Trilogía lo que indaga es el carácter de lo real qua sentido en la intelección. Lo real no en cuanto real sino en cuanto inteligido. Y por ende lo que interesa resaltar es el carácter actual de lo real al ser inteligido más que el carácter de real qua real en la intelección de lo real. En este matiz de diferencia se vislumbra en Zubiri una sutileza radical en la descripción nominal constructa. Las notas que se entendían como estructura, sustantividad ahora cobra una perspectiva distinta. Las notas se tornan en unidad en “estar”, en actualidad. ¿Por qué se produjo este cambio? ¿Podemos hablar de una cuarta etapa en el pensamiento de Zubiri? ¿Cuál sería esta etapa? ¿Estuvo presente para él mismo esta etapa?  Es posible que Zubiri pensara que seguía en la etapa metafísica y no se percató del todo. Por tanto, es muy importante analizar al logos nominal constructo como nuestro pensador lo entendía cuando lo empleaba como método filosófico al final de su vida. Y es en Inteligencia y Logos segundo volumen del tríptico de la Inteligencia sentiente en donde Zubiri  muestra su mismo describir. Por esto es menester detenernos en el análisis que hace de él. En este veremos lo que él pretende al describir en cientos de páginas la intelección humana. Y en ello veremos que su idea misma de realidad ha quedado recubierta por su propio proyecto filosófico. Como ya lo habíamos indicado al final


de su vida el proyecto metafísico da paso a un nuevo horizonte. El logos nominal constructo se torna en un logos constructo actualizante.

 

El logos nominal constructo como juicio proposicional en unidad complexiva

El logos nominal constructo se analiza en la Trilogía bajo las formas que tiene el logos de afirmar la realidad. “Llamo… formas de juicio a la diversidad de juicios según la función que en ellos de que se juzga, esto es, las diversas formas según las cuales la cosa ya aprehendida es término de la intelección afirmativa. La función predicativa es tan solo una de ellas. Pero hay otras: hay juicios en que la cosa juzgada está propuesta a la afirmación, pero no como sujeto de ella [este es el logos constructo]: son juicios proposicionales pero ante-predicativos. Pero hay también juicios en que la cosa juzgada no está ni propuesta sino meramente puesta ante el juicio. En estos juicios la afirmación no es sólo ante-predicativa, sino también ante-proposicional; son juicios meramente posicionales [esto es nuevo en el pensamiento de Zubiri]. Cada una de estas formas se apoya en la anterior: la afirmación proposicional se apoya en la afirmación posicional, y a su vez la afirmación predicativa se apoya en la afirmación proposicional”.[37]  La realidad se afirma entonces predicativamente, proposicionalmente y posicionalmente. El logos proposicional[††††††††] o frase nominativa era lo que Zubiri llamaba antes logos nominal constructo. Si nos damos cuenta, el logos predicativo ha sido desplazado del trono que había ocupado por tanto tiempo. Y ha sido colocado como momento ulterior de la afirmación de la realidad, que a su vez  está anclado en los dos modos ante-predicativos. Respecto tanto al logos posicional[‡‡‡‡‡‡‡‡] como al predicativo[§§§§§§§§] no nos haremos cargo en este estudio, nos desviaría demasiado en nuestra investigación. Con lo señalado por el problema de la predicación nos basta.

Para entender lo que sea, al final de la obra intelectual de Zubiri, el logos nominal constructo a la luz del estudio del juicio proposicional, es necesario nunca perder de vista la unidad constructa de la Trilogía. La obra que consta de tres volúmenes tiene distintos niveles de redacción y de orientación. Pero se mantiene su unidad constructa. Tal unidad no es rígida y acabada como en Sobre la esencia. Es una unidad de constructa de actualidad. ¿Qué quiere decir esto?  Algo no muy simple. La obra es una obra viva, que va dando de sí en la medida que Zubiri la escribe y en la medida que se lee y se piensa. No es una obra conclusa. La obra se está presentando desde sí; es decir, desde la realidad misma una y otra vez. No se puede leer un volumen como si fuera “el” volumen más importante en desmedro de los otros (o leer una idea de la obra por encima de las otras; por ejemplo, la aprehensión primordial por encima del logos y de la razón). Esta sería una vez más la mirada sustancialista ajena por completo al pensamiento de Zubiri. La obra se lee una y otra vez desde distintas miradas que la constituyen. Estas miradas son las notas constructas que articulan el todo del decir zubiriano. Y tales notas se están presentando entre sí; es decir, se actualizan. ¿Qué es la actualidad?[*********] Semejante pregunta no puede ser contestada con una interpretación sustancialista. Ningún vocablo zubiriano de su eminente filosofía se deja atrapar en miradas no constructas. Ninguno de los grandes conceptos constructos de Zubiri: respectividad, actualidad, sustantividad, esencia, Dios, etc. pueden ser reducidos a interpretaciones lineales y deterministas que busquen dar con algo que esté por debajo del concepto mismo constructo. Pero, ¿qué es la actualidad?   

El pensamiento de la etapa metafísica de Zubiri, se mueve en tres niveles distintos. Comenzó en una ratio essendi, pasó a una ratio cognoscendi y termino en una ratio actualitatis. ¿Por qué? Una interpretación histórica del término creemos que es útil, pero nos puede perder. Son tantos los matices que el término actualidad tiene, por ser un término constructo, que es muy fácil extraviarse en la investigación histórica que por sí misma es sustancialista; esto es, busca algo tras el fenómeno a estudiar que lo determine linealmente. Crea grandes espejismos y fantasmas. Por eso, aunque ya se ha señalado lo qué es la actualidad, pero de modo implícito, lo haremos explícito desde ciertos pasajes de su obra final. “Recurriendo al concepto de actualidad que venimos explayando a lo largo de la obra, recordemos que actualidad no significa ‘presencia’ sino ‘estar’ presente en cuanto estar: de lo real ‘estando’ presente en y por sí mismo como real”.[38]  Zubiri lo dice explícitamente, éste es el concepto de actualidad que ha ocupado en toda su obra. Actualidad es estar presente en cuanto estar. Una vez más tenemos el rasgo de nota para entender el concepto de actualidad. La actualidad es una nota-actualidad; nota que se ratifica a sí misma como un estando de lo real qua real al ser sentido. Este estando de lo real que se impone como notas entre sí, notas que se articulan en el mero estando de la intelección, es un estando constructo de la intelección y lo real. La intelección y lo real se co-presentan desde este estando. Eso es la actualidad y nada más. Es la nota en su carácter de mera notificación. De allí que Zubiri al comienzo de Inteligencia y Logos  realice una modificación importante de lo que había expuesto en Inteligencia y Realidad. Esta modificación versa sobre la idea misma de formalidad de alteridad que articula la idea central de la intelección sentiente y de todo el pensamiento de Zubiri. Y este cambio se hace de pasada y sin que se diga nada explícito de ello. ¿Por qué? Porque Zubiri está actualizando  su pensamiento hasta el final de su obra. Y por esto ésta no se puede leer en forma lineal y sustancialista. Nuestro pensador no se hace cargo de explicar este cambio, porque él mismo va en el cambio del pensar. Su propia mirada constructa le exige el cambio y para él es lo más evidente. Pero para ante una mirada no atenta no es nada de evidente tal cambio. Pues llamar a la formalidad de alteridad formalidad de actualidad es el cambio radical en el pensamiento final de Zubiri:

Aprehensión sentiente consiste en aprehensión en impresión. La impresión no es sólo una afección del aprehensor, sino que en esta afección la impresión nos presenta algo otro que el aprehensor y que su afección. Esto otro tiene tres momentos constitutivos: un contenido, un modo de ser de otro (lo que he llamado formalidad de alteridad), y una fuerza de imposición. Para nuestro problema lo esencial se halla en el momento de formalidad. Lo aprehendido queda en la aprehensión según su formalidad: es lo que he llamado actualidad. Actualidad no es presencia, sino un estar en presencia. Es por tanto un momento físico.[39] 

Si nos damos cuenta Zubiri pretende estar haciendo un resumen de lo expuesto en Inteligencia y Realidad, pero de resumen no tiene nada. Aquí se produce ya una actualización de lo que había pensado. Las notas de la impresión  ya no se entienden como antes. Ya no hay tres momentos: afección, alteridad y fuerza de imposición, sino que son dos momentos que organizan el decir de distinta manera y lo modulan en su esencia. Se explica con más unidad  que con la rigidez de antes. En la afección se da algo otro, esto otro tiene tres momentos: contenido, alteridad y fuerza de imposición. Y es la actualidad lo que articula la formalidad misma y todo el pensamiento de Zubiri. No nos podemos extender más en este asunto, pero que quede claro lo importante a la hora de entender el pensamiento constructo de Zubiri.

Desde un constructo de actualidad está pensada la obra, es por esto que los tres libros no dicen todo lo que tiene que decir en el lugar debido para una interpretación sustancialista. No es válido pensar que Inteligencia y Realidad es el libro sobre la aprehensión primordial de realidad. En él se trata la inteligencia sentiente en cuanto tal. Allí nos encontramos con distintas notas que articulan a dicha inteligencia: aprehensión, impresión, actualidad, verdad, etc. Y solamente al final de la obra aparece de modo explícito la aprehensión primordial.[40]  Todo lo que se ha señalado antes es para el grueso de la obra. En el segundo volumen Inteligencia y Logos nos encontramos que es un estudio que versa solamente del logos, pero si leemos con detenimiento, nos aparece la aprehensión primordial de realidad. Es en este libro donde se manifiesta con radicalidad lo que estaba incoado como mero primordio en el primer volumen. De manera explícita los dos primeros capítulos del libro son el lugar de la aprehensión primordial, junto con el apartado cuarto del capítulo VI, llamado Aprehensión primordial y evidencia.[41]  Y finalmente, en Inteligencia y Razón no solamente se discute el tema propio de la razón, sino que constantemente se está retomando todo lo dicho anteriormente de manera distinta. Y en los dos últimos capítulos de la obra que forman la Conclusión general: La unidad de la intelección,[42] se puede apreciar algo muy novedoso y que nos deja perplejos. Esto es, la manifestación radical del Entendimiento sentiente. Zubiri le da una importancia radical al entendimiento; llega a decir que es la parte que cierra toda la obra, incluso la divide en dos grandes momentos. Uno que va de la aprehensión primordial a la razón y otro que es por sí mismo el del entendimiento. Siendo tan importante ¿por qué no se escribió el cuarto volumen de Inteligencia sentiente: Inteligencia y Entendimiento? A lo mejor fue porque ya no tenía más tiempo. O porque el tema es de suyo complicado. Es pensar toda la hermenéutica y postmodernidad desde la inteligencia sentiente. ¿Zubiri ya estaba agotado? ¿Es la obra de Heidegger Sein und Zeit la cuarta parte no escrita?[†††††††††]  Nunca lo sabremos. Pero, puede suceder que esté por hacer.

Sentado lo dicho, estamos capacitados para entender lo que Zubiri nos decía al final de su vida sobre el logos constructo. Zubiri nos da varios ejemplos para que entendamos en qué consiste este tipo de juicio:

Pongamos algunos ejemplos vulgares para tener un punto de referencia. ‘La corrupción del mejor, la peor’ (corruptio optimi pessima); ‘Todo lo excelente, escaso’ (omnia praeclara, rara); ‘Los hombres, todos iguales’; ‘La mujer, siempre voluble’ (varium et mutabile semper femina); ‘genio y figura, hasta la sepultura’; ‘para verdades, el tiempo’; ‘éste, mi papel’; ‘Tú, el único Santo, el único Señor’; ‘Tú, Dios mío’; ‘Tú, Señor’.[43] 

Es interesante señalar que todos los ejemplos de Zubiri son de este estilo. Cuando nos habla del verde, del hiero, del calor, etc., nos está hablando desde el juicio proposicional. Notas que se explicitan desde ellas mismas en una unidad de Ligadura sin la intervención de verbo alguno y sin referencia ninguna a un sujeto por debajo de ellas. Los ejemplo tomados por Zubiri reflejan su pensamiento. Nos encontramos con clásicos refranes latinos, con dichos del vulgo y con expresiones bíblicas. Independiente de lo que dicen (sea superfluo o no), lo que dicen lo dicen constructamente. Si nos damos cuenta Zubiri quiere mostrar que también en el indoeuropeo se da el logos constructo tan propio de los semitas. E incluso nos quiere decir, que expresiones vulgares, del uso cotidiano completamente arraigadas individual, social e históricamente en el hombre de habla hispana se construyen por medio de un logos constructo. ¿Zubiri se ha dado cuenta que la supremacía del semita frente a la lengua indoeuropea en el juicio constructo no es tan radical? ¿Se puede afirmar la realidad cómodamente desde un juicio proposicional en español? Al parecer es efectivo. Pero ¿qué sucede en filosofía? En la filosofía qua filosofía una determinación constructa desde el español es factible si se toma los resguardos pertinentes. El problema radica en que en filosofía siempre se está pensando desde una tradición histórica y en diálogo con ella. Y desde este diálogo es casi imposible un lugar para el logos constructo (no así para la ciencia, la teología, la lingüística, etc.), puesto que la filosofía se levantó desde una concepción anclada en el logos predicativo. Finalmente, en estos ejemplos Zubiri termina con los que mientan la realidad de Dios. Y una vez más se ve que es por medio de este juicio el modo más radical de afirmar la experiencia teologal del hombre.

Zubiri nos señala que en la afirmación proposicional lo afirmado tiene dos momentos:

Uno, el momento pro-puesto, A. Este momento no es sólo real, sino que su realidad está ya calificada y propuesta como término de una ulterior posición. Hay además, aquello que de esta cosa real se afirma, B. En sí misma B no es algo real, sino que por lo pronto es una  simple aprehensión irreal. Pero al ser la determinación del algo ya real, de A, resulta que B en cuanto lo es de A, o lo que es lo mismo, se ha puesto la realidad de A no en sí misma (pues se ha propuesto como algo ya real), sino en cuanto B. Por esto es… una posición pro-posicional.[44]

Lo que Zubiri quiere mostrarnos es que en este tipo de afirmaciones lo que se afirma no son dos cosas, sino dos momentos, dos notas de una misma unidad. A se realiza como tal en B y solamente en B. Luego la realidad misma de B se establece con la posición misma de A. Si esto es así lo que se afirma en este juicio es una unidad de notas que se co-determinan, y en esto radica su realidad.  Por esto, en este tipo de juicio no hay cabida para la atribución predicativa de un accidente que inhiere a un sujeto a través de un verbo. Zubiri precisa este tipo de unidad que se da en este juicio. Y nos da tres rasgos de la unidad:

a) B ‘se funda’ en A, no se atribuye B a A desde fuera, sino que B pertenece [el subrayado es nuestro] a A de un modo, por así decir, intrínseco… b) Este fundamento es formal: es la ‘índole’ misma de A, su índole constitucional, por así decirlo, lo que funda a B… c) Esta B no solamente está determinada intrínsecamente por la realidad de A, sino que la determinación misma, esto es B, tiene realidad pero ‘en la realidad misma de A’.[45]

Hemos encontrado el pertenecer del comienzo del escrito. B se funda en A, pertenece a A. Pertenecer significa fundar. La realidad de A da de sí a B y no puede no dar de sí, porque su realidad está determinada por tal realización en B. Es por ello que B solamente es en la realidad de A, pero entiéndase que A se notifica a sí misma como B. “La realidad de A envuelve, pues, por su propia índole, la realidad de B en A: ha aquí lo que afirma el juicio proposicional”.[46]  Por ejemplo, cuando Zubiri se refiere a Dios. Desde el juicio proposicional se da la siguiente estructura. Dios por ser Dios, en cuanto Dios: Santo, Señor, Padre. Es decir, Dios, o sea, Santo, Señor, Padre. La nota-Dios  se notifica como nota-santo, como nata-señor y como nota-padre. La nota-Dios envuelve por sí misma de modo intrínseco, formal y estructural la nota-santo, la nota-señor y la nota-padre. Dios se afirma a sí mismo en la unidad Dios-santo, Dios-señor y Dios-padre. Y no puede no hacerlo. Y es esto lo que afirma de modo total el juicio proposicional.

Zubiri llama a esta unidad de ligadura que afirma este juicio: unidad de complexión.  Es una unidad que afirma solamente: AB. La nota como nota en su notificación. La nota envuelve en sí su notificación. Y esto es lo propio del logos constructo. Constructo es AB. El nota-de clásico queda más simple en la unidad de complexión AB. “Lo que se afirma aquí no es una cosa, es decir, no se afirma ni A ni B… sino la unidad complexiva ‘AB’”.[47]  La mirada de Zubiri como se ha dicho no es cósica, esto es lo propio del indoeuropeo del tronco latino. Su mirada es desde notas, esto es, desde la unidad. La cual se afirma desde sí. La unidad está desde sí misma presentándose, notificándose. La unidad de notas se actualiza de modo pleno en el logos proposicional.   Es la unidad de las notas de la realidad la que está presente desde sí, esto es, está físicamente afirmándose en este logos.  Zubiri concluye: “La afirmación proposicional es, pues, posición complexiva, una afirmación de lo que la cosa es complexivamente en realidad”.[48]  La realidad como unidad de notas es unidad complexiva que se notifica complexivamente en el logos proposicional.  Esta la idea final del pensamiento de Zubiri sobre el logos constructo y, en definitiva, sobre la realidad.

Nuestro pensador termina su análisis re-interpretando lo que había dicho en Sobre la esencia. Le interesa mostrar lo  que antes había llamado frase nominal y que está a la base de su método filosófico es ahora el juicio proposicional. Este viraje de su pensamiento está siendo  pensado a la luz del constructo de actualidad en la que está presente su decir filosófico:

La expresión del juicio proposicional o complexivo [es el nuevo nombre que se le da a este juicio] es la frase nominal… La frase nominal carece de verbo. Es una afirmación a-verbal; no tiene más que nombres [nosotros diríamos notas]. No se trata de una elipsis verbal sino de un modo propio y originario de frase ‘averbal’.  Pero a diferencia de la afirmación posicional que sólo tiene un nombre, la frase nominal tiene cuando menos dos nombres [los constructos pueden tener infinidad de notas, por ejemplo, el Cosmos]. Estos dos nombres no designan un sujeto y un predicado, sino una sola realidad complexiva.  La frase nominal es proposicional, pero ante-predicativa. Por otro lado, esta frase expresa el momento afirmativo de un modo que le es propio: en la ‘pausa’ entre los dos nombres. La pausa es la expresión de la afirmación complexiva en cuanto tal. No es mera posición, pero tampoco es atribución copulativa. Esta frase nominal se usa generalmente en sentencias, en invocaciones, pero no exclusivamente en ellas.[49]

En este texto Zubiri nos dice que es posible ver este juicio incluso en nuestras lenguas. Se da en invocaciones, de allí el tono de nuestro pensador al escribir. Su tono es repetitivo, de ritual, de fórmula científica, conciso, apretado, no apto para profanos, tosco, sin la elegancia del verbo atributivo, etc.  Ahora entendemos nuestra dificultad para entender con claridad el pensamiento zubiriano, pensamiento que se nos esconde en una trama indoeuropea.

 

A modo de conclusión

Volvamos finalmente al ejemplo del calor. Y estudiémoslo con todo lo dicho ya en esta meditación. ¿Es posible que ya estemos capacitados para entender este simple ejemplo? ¿Cómo entender entonces lo que quiere decir Zubiri cuando dice en español: “El calor ‘es’ caliente”? ¿Es posible entender esta sentencia predicativa de modo ante-predicativo? ¿Es posible entender lo constructo actual en la sentencia verbal? ¿Es posible entender el ser desde la realidad? ¿Es posible entender radicalmente Sein und Zeit desde la Inteligencia sentiente?[‡‡‡‡‡‡‡‡‡]  Para nuestro pensador aquí se juega toda la diferencia de su pensamiento con sus anteriores etapas: fenomenología y ontología. Para comprender la sentencia, sin salirnos de Zubiri, tenemos que volver a las notas. Como la nota se expresa en sí misma de modo noto, es decir, se notifica como nota, entonces la nota se expresa reduplicándose a sí misma. La nota se notifica como nota es lo que nos dice Zubiri. Es la nota en su mero carácter de ratificación, o sea, es la verdad real de la nota misma la que se impone físicamente como tal. Lo que mienta el pensador, es la nota qua nota. Esto es su verdad,[§§§§§§§§§] física, real, que se impone como mera nota. Y se impone estando presente desde sí (estando actual). Y como dijimos que nota mienta notas, o sea, constructo, entonces en la sentencia debe entenderse la ratificación física y verdadera de la nota en el constructo aprehensión. La sentencia solamente cobra sentido real, físico en la aprehensión sentiente, en la intelección sentiente. Y con total rigor se tiene que decir que es en la actualidad donde el constructo se realiza físicamente.

Dicho esto, ¿qué significa la sentencia paradigmática? Intentaremos responder de manera constructa, para evitar cualquier intromisión de los rasgos sustancialista y verbal del decir afincado en dominios indoeuropeos. La sentencia “El calor ‘es’ caliente”, por ser constructa, tiene para Zubiri una polisemia muy rica y variada; significa muchas cosas a la vez: La nota-calor en cuanto nota-calor es físicamente nada más que nota-calor, esto es, nota-caliente. La nota-calor se notifica como nota-calor en cuanto nota-caliente. La nota-calor se siente como nota-calor cuando nota-calienta. La nota-calor se ratifica en la nota-caliente. La nota-calor verdadea como nota-caliente en la intelección sentiente. La nota-calor verdadea como nota-caliente. La nota-calor se actualiza como nota-caliente. La nota-calor se está presentando desde sí misma como nota-caliente. La nota-calor está presente como nota-caliente. La nota-calor está como nota-caliente. La nota-calor está nota-caliente. Nota-calor está nota-caliente. Y aquí hay dos vías de despliegue interpretativo: 1. Está (meramente) caliente y 2. Nota-calor-nota-caliente. En ambas miradas el rasgo verbal de ‘calentar’ es derivado y secundario de la nota-calor. El verbo solamente muestra el notificar mismo de la nota en su unidad complexiva. El verbo es el rasgo ulterior, oblicuo y expreso de la nota-calor. Si pudiéramos reducir más la fórmula constructa de Zubiri, se podría entender la nota-calor desde el guión que la articula.  Ese guión (-) que liga se siente en el in de la impresión de realidad cuando se nos impone físicamente. Eso es la realidad para Zubiri, pero en ese (-), en ese in, se da oblicuamente una expresión. Es el rasgo ex de la impresión. Carácter fundamental de la realidad pero consecutivo a ella. Este ex es el que se manifiesta en el verbo. Y nos abre a la dimensión temporal de la expresión. En el verbo habita el ‘ser’. Y por eso el ‘es’ nunca se puede evitar, pero está anclado en la realidad de la nota, o si se quiere en el (-). “Por tanto el ‘ser’ es la expresión de una primaria impresión de realidad… La oblicuidad es justo lo que designa la idea de expresión”.[50]  Zubiri desde su logos constructo actualizante debe dar cuenta de lo inadecuado “ya” de su decir en Inteligencia y Realidad. Y actualiza una vez más la aprehensión primordial y lo hace pensando de modo físico y sentiente también el ser. No se trata ni de negarlo, lo cual es imposible, ni de quitarlo de la impresión de realidad. Lo que se tiene que hacer es incardinarlo a ella. Y nuestro pensador lo hace en la impresión misma.[**********]

Por último, ante nuestro ejemplo se dan dos visiones de lo mismo. El constructo: “El calor ‘es’ caliente” significa en primer lugar simplemente ‘estar’, pero ‘estar’ como el guión (-) constructo que articula a las notas entre sí, esto es, la Ligadura que las articula en un mutuo presentarse sustantivo. Y en segundo lugar, significa la nota y nada más que la nota. Pero como toda nota es constructa, ésta se ratifica constructamente en la actualidad. ‘Estar’ y nota se recubren mutuamente como constructo. No podía ser de otra manera. Por esto no creemos que sea prudente el privilegiar una vía de interpretación a la otra cuando se estudia a Zubiri. Como filósofo que piensa constructamente, la realidad siempre le está presente en estas dos dimensiones interpretativas. Nota significa nota-de, o si se quiere, nota-; es este guión (-) lo que expresa el ‘estar’. Nota es constructo. Nota es guión, es ‘estar’. Y esto es la unidad complexiva que articula a la realidad desde sí. Pensar otra cosa sería no pensar a Zubiri.

Hemos llegado al final de esta meditación. Como tal es una pro-posición que intenta dar con lo esencial del pensamiento de Zubiri. Meditación que esperó ser constructa para dar con el logos constructo que afirma la realidad constructamente. “Para inteligir lo individual no sólo como determinante sino como determinante y determinado, lo que he inteligido no es sólo lo estructurado, sino la estructuración misma de lo real: es la unidad estructural ‘formalmente’ considerada”.[51]  Desde Zubiri queda claro que lo constructo de la realidad solamente se puede dar en plenitud, en un logos nominal constructo actualizante.

 

Notas

 



[*] En la interpretación analítica se tiende a linealizar el texto. Esto es,  se utiliza un método determinista, mecánico que busca comprender el “sujeto”, el supuesto que esté tras los accidentes del texto. En el análisis siempre está presente un rasgo determinista que tiene que entender todo desde esa “sustancia”. En el caso de Zubiri y su Trilogía se busca comprender toda semejante obra desde la aprehensión primordial de realidad. Esta se nos transforma en la sustancia que funda los accidentes: logos, razón y entendimiento. Y esto no es solamente insostenible como método de interpretación, sino que va en contra del pensamiento mismo de Zubiri.

[†] Es notable que no se haya estudiado el método de interpretación del mismo Zubiri. Creemos que su hermenéutica es sintética. Su mirada es cíclica y campal. Es una mirada que articula los distintos momentos de estudio entre sí. Su mirada es constructa e interpreta siempre desde notas físicas, reales la armonía del texto. Y Zubiri  no solamente interpreta así todas las filosofías sino la suya también. Y junto con esto su pensar se explicita de modo constructo.

[‡] Decimos intentó porque creemos que no lo pudo realizar en plenitud.

[§] En este texto hemos querido, intencional-mente, destacar solamente lo que a veces no se lee: el rasgo de notas que constituye la realidad.  X. Zubiri,  El Hombre y Dios,  Alianza Editorial,  Madrid, 1984,  págs. 18-20.

[**] Id., pág. 18. Téngase presente el ejemplo del calor para explicar en qué consiste la nota. Es un ejemplo paradigmático que constantemente está presente en el pensamiento de Zubiri. Y en nuestro escrito también volverá a aparecer.

[††] Pasa algo similar cuando Hegel intenta decir en qué consiste el rasgo de momento del absoluto o cuando Heidegger pretende dar con un vocablo que exprese al ser sin ser óntico.

[‡‡] Y lo pasamos de alto no solamente cuando interpretamos un escrito, sino, lo que es más radical, que no vemos nuestro propio modo de pensar está inscrito en una lengua y, por tanto, en un modo de estructurar la realidad.

[§§] Véase que Zubiri trata la distinción de sustancia y sustantividad hasta la primera  parte de El hombre y Dios, parte que trabajó en el primer semestre del último año de su vida (1983).  Esta distinción siempre la hizo en discusión con Aristóteles, que representa la cima filosófica del pensamiento indoeuropeo, pero en el fondo discutía consigo mismo: “La sustantividad no es la sustancialidad aristotélica. Para Aristóteles, la sustancia es sujeto de propiedades ante todo esenciales. Pero aquí las cosas reales no son sujetos sustanciales sino sistemas sustantivos. Para Aristóteles lo que aquí llamo ‘notas’ son ‘accidentes’, esto es, realidades insustantivas. Pero en lo que nunca pensó Aristóteles es en que puede haber sustancias insustantivas [no podía pensarlo porque no era semita]. Y las hay, por ejemplo, las innumerables sustancias [el subrayado es nuestro] que componen mi organismo. En el organismo no hay más que una sustantividad, propia del organismo como sistema. Y todas sus sustancias, por ejemplo la glucosa, tienen en sí y por sí mismas lo que se ha llamado su propia sustancialidad. Sin embargo, esta misma glucosa ingerida en mi organismo ha conservado su sustancialidad… pero ha perdido su sustantividad para convertirse en mera ‘nota-de’ mi sistema orgánico. Es en él una sustancia insustantiva. Precisamente por esto no llamo a las notas ‘propiedades’ sino ‘notas’.  No son propiedades inherentes  a un sujeto sino notas coherentes entre sí en la unidad del sistema”: El hombre y Dios, op. cit., pág. 21. En este texto que bastante claro el uso distintivo entre notas y propiedades. Las notas  son pensadas para la sustantividad, el constructo; en cambio, las propiedades son pensadas para la sustancia, el sujeto. Las primeras son tratadas desde el semita; las segundas son desde el indoeuropeo. Zubiri siempre tuvo presente este problema aunque se acentuó en su etapa de Sobre la esencia. Posterior a este libro, ya en la década de los 70, Zubiri fue atenuando esta distinción, pero siempre la recuerda. Y tiene que hacerlo para no olvidar que se expresa en una lengua del tronco indoeuropeo, lengua que tiende a sustancializar. Lengua en que las notas pierden lo más propio de sí transformándose en meros accidentes de un sujeto misterioso, oculto y falso. Ejemplos de este sujeto fantasmal en la historia del pensamiento son enormes y sus consecuencias han sido muy graves. Tenemos: materia prima, alma, yo, conciencia, inconsciente, espacio absoluto, éter, tiempo, ser, etc. La crítica de Zubiri es muy similar a la crítica radical de Nietzsche al pensamiento occidental. Véase, El Crepúsculo de los ídolos, Alianza Editorial, Madrid, 1991.

[***] Respecto al logos predicativo Zubiri se extiende en distintos lugares de su obra. Pero vale para nuestro estudio destacar dos. En Primer lugar, Sobre la esencia, libro que inaugura su etapa madura y filosóficamente metafísica, es un escrito en que está constantemente discutiendo con el logos predicativo, es decir, con la tradición filosófica. Distintos modos filosóficos que se han expresado a lo largo de la historia como: el realismo, idealismo,  fenomenología y ontología están levantados desde un logos predicativo. Este libro es muy interesante y no puede ser infravalorado, como se hace en la actualidad, porque en él Zubiri muestra su laboratorio conceptual. Es un libro muy vivo en lo filosófico; es una brillante clase magistral de cómo se piensa en filosofía. Zubiri nos muestra la necesidad imperiosa que movió su vida intelectual; necesidad que lo llevó a dejar la fenomenología y ontología, y esto lo hace a la hora de mostrarnos cómo surge el logos nominal constructo, como alternativa al logos predicativo. Este logos se instaura como “el” acceso filosófico real y pleno a la realidad (en la que se está vitalmente). Y en segundo lugar, Inteligencia Sentiente, esta Trilogía de la intelección es la obra de la madurez y acabamiento de la etapa metafísica. En esta obra Zubiri se levanta sobre sí mismo y, en cierto sentido, deja de ser metafísico. Lleva a la metafísica a su consumación y plenitud. Lo que produce es que su pensamiento se torna postmoderno (a lo mejor sin proponérselo de modo explícito).  El texto ya no es un laboratorio de pensamiento, no tiene lo vivo y  dramático de su libro Sobre la esencia, pero es un libro que abre un horizonte nuevo. El horizonte de la actualidad constructa. Y es desde ella donde se levanta el decir final del pensador. En este escrito el problema del logos predicativo es sinónimo del magno problema que articula la obra: la logificación de la intelección y entificación de la realidad. Frente a este paradigma que Zubiri analiza radicalmente se ofrece la “actualidad constructa”. Para esto, como se ha señalado, su obra está sentida, escrita, pensada, comprendida constructamente y, además, se hace de modo explícito cargo del logos nominal y del logos predicativo en el segundo volumen de la Trilogía: Inteligencia y Logos. Es un análisis distinto al de Sobre la esencia, pero mantiene su espíritu siendo más formal y constructo. En este análisis Zubiri distingue tres tipos de logoi: juicio posicional, juicio proposicional y juicio predicativo. Los dos primeros son los radicales y los que le interesan a Zubiri. El posicional es la afirmación exclamativa que acuña de inmediato la realidad. El proposicional es la frase nominal que estudiamos en este ensayo. Ambos juicios están en la cuna de la civilización y todavía permanecen vigentes. Son juicios que se daban con primacía en lenguas de origen no indoeuropeas. Pero también se los encuentra en el indoeuropeo arcaico. Hay un texto magistral en Inteligencia y Logos que muestra la postura filosófica final de Zubiri frente al problema de la filosofía tradicional, filosofía del logos predicativo, esto es, filosofía de la logificación de la intelección y entificación de la realidad: “La filosofía clásica ha identificado el ser sustantivo con la realidad misma: sería el esse reale. Es lo que he llamado entificación de la realidad. Por otra parte ha identificado lo que aquí llamamos ser de lo afirmado con el ser de la predicación, con el ‘es’ copulativo. Es lo que he llamado logificación de la intelección. Esto… es falso. El ser de lo sustantivo no es la realidad sustantiva, sino el ser de la sustantividad real; el ser es ‘de’  [este “de” también debe ser entendido de manera constructa, así se puede entender en forma definitiva cómo entiende Zubiri la articulación entre realidad “y” ser] lo real, pero no es lo real mismo. Por tanto, sustantividad real y ser de lo sustantivo no se identifican. Por otra parte, el ser de lo afirmado no es formalmente idéntico al ‘es’ copulativo, porque no toda afirmación es predicativa [logos nominal o frase nominal o juicio proposicional]. Pero partiendo de estas dos identificaciones, es decir, partiendo de la entificación de la realidad y de la logificación de la intelección, que han corrido a lo largo de la historia de la filosofía, algunas grandes filosofías han conceptuado que la unidad de las dos formas de ser a su vez una unidad de identidad. Es la identidad de la entificación de la realidad y de la logificación de la intelección. Es la tercera y más radical identificación en estas filosofías: a la identidad del ser de lo sustantivo con la realidad, y a la identidad del ser de lo afirmado con el ser copulativo, las filosofías en cuestión añaden la identidad de estas dos identidades. Sería la identidad entre ser de lo sustantivo y el ser de lo copulativo. Esta identidad formal completa constituiría la unidad del ‘ser’. Tanto el ser sustantivo como el ser copulativo son seres idénticamente. ‘Ser’ constituiría entonces el dominio de la identidad. Y éste ha sido una conceptuación de enormes consecuencias, porque al conceptuar idénticamente el ser de lo sustantivo y la realidad sustantiva por un lado, y por otro al conceptuar idénticamente el ser de lo afirmado y el ser copulativo, la identidad de ambas formas de ser resulta decisiva para la conceptuación de la intelección misma y para la realidad. Ciertamente esta identidad no es necesaria, pero convergemos en que es muy difícil de evitar  [debido al rasgo indoeuropeo de nuestro pensar en la que se está instalado] dentro del cauce de la entificación de la realidad y de la logificación de la intelección”; Inteligencia y Logos, op. cit., págs. 378-379.

[†††] Es interesante señalar que Nietzsche realiza una crítica semejante a la esencia misma de la metafísica en toda su obra. Constantemente la acusa de falsear la realidad y la falsea por ser mera lógica, la cual está levantada desde la gramática. Todos los conceptos más importantes de la metafísica son, en definitiva, ‘sustancias’, en el  sentido zubiriano del término. Las sustancias para Nietzsche son meros conceptos sin ninguna realidad. Estos conceptos momifican la vida y hacen que ésta pierda su unidad. “Ellos [los metafísicos] creen otorgar un honor a una a una cosa cuando la deshistorizan, sub specie aeterni, - cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores idólatras de los  conceptos, cuando adoran,- se vuelven mortalmente  peligrosos para todo, cuando adoran. La muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento son para ellos objeciones,- incluso refutaciones. Lo que es no deviene; lo que deviene no es… Ahora bien, todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es…”; Crepúsculo de los ídolos, op. cit., pág. 45. Creemos que el pensamiento de Zubiri permitiría una apropiada interpretación del abismal pensamiento de Nietzsche.

[‡‡‡] Véase, X. Zubiri, Naturaleza, Historia, Dios,  op. cit. En este prólogo, el único texto que Zubiri habla de sí mismo, se puede apreciar con claridad cuál ha sido la biografía intelectual que ha movido los hilos del pensamiento del español. Y las críticas a la fenomenología de Husserl como a la ontología de Heidegger se pueden ver como ajustes de cuenta que el mismo Zubiri realiza consigo. Y también se puede entender vía negativa qué fue lo que cautivó de la fenomenología y la ontología a este pensador. La deuda del pensamiento zubiriano a la fenomenología y ontología es total. Por eso su intento radical de tomar distancia de ellos.

[§§§] Para conocer esta etapa decisiva del pensamiento de Zubiri (tan o más decisiva que su estancia en Alemania) tenemos el libro de Doña Carmen Castro de Zubiri: Biografía de Xavier Zubiri, EDINFORD, Málaga, 1992. A través de este escrito podemos ir construyendo la pasión intelectual que movió a nuestro pensador por esta época. Y nos damos cuenta que estaba decidido a aprehender todas estas lenguas tan difíciles. ¿Por qué? Estaba buscando un nuevo método, que no fuera ni la fenomenología ni la ontología,  que le posibilitara acceder filosóficamente a la realidad de modo pleno. Su búsqueda encontró respuesta en el logos nominal constructo y aquí ya estaba dada en forma incoada su etapa metafísica que desplegaría más adelante.     

[****] Doña Carmen Castro señala lo siguiente: “Xavier frecuentaba, desde su llegada a Roma a finales del 35, la Biblioteca Vaticana. Lo hallé por así decirlo acomodado en ella. Y allí conoció a los orientalistas que necesitaba. El más importante era el vatican scholar, P. Anton Deimel, S. J. Un alemán sumeriólogo, famosísimo por su sentido lexicográfico, que era profesor en el Instituto Bíblico… El inolvidable P. Deimel era tan paternal como sabio, y tan sabio como excelente pedagogo. Se comprometió a enseñarle a X [Zubiri] lo que él deseaba aprender, si superaba la primera prueba: en un fin de semana prolongado, debía aprenderse su futuro alumno una ristra de signos cuneiforme, con su transcripción, naturalmente, que permitía leerlos, y entender cómo estaban construidas las frases habida cuenta del vocabulario y teniendo a su vera una traducción disponible… [Zubiri como es obvio pasó la prueba]”; Biografía de Xavier Zubiri, op. cit., pág. 96.

[††††] Zubiri ya había visto que en la ciencia se estaba dando una nueva forma de comprender la realidad. Esta forma se oponía al logos predicativo en todas sus variantes. Sus contactos con los más importantes científicos de la época: Einstein, Planck, Schrödinger, De Broglie, Heisemberg, etc. le permitió atisbar un logos que era similar al constructo, este logos es el logos funcional.  En donde todos los elementos que se describen de la realidad están por encima de una predicación; solamente se articulan funcionalmente a través de una ley: “La descripción de aquel fenómeno [natural y dinámico] según la física matemática es justo una descripción no-predicativa. Newton nos dirá que la fuerza es igual a la masa multiplicada por la aceleración. En esta expresión  predicativa de la ley de Newton hay evidentemente un sujeto y un predicado. Pero observemos que…esas tres realidades (masa, fuerza, aceleración) son tres realidades irreductibles en sí mismas y que, por tanto, carece de sentido ‘multiplicarlas’. Lo que la ley de Newton enuncia es que los números que miden esas tres realidades son los que se multiplican y están en la relación citada. Ahora bien, esto significa que incluso como realidades están estructuralmente [el subrayado es nuestro] vinculadas por una relación puramente funcional. Y esto ya no implica ni tan siquiera un sujeto de atribución. Me basta describir el fenómeno ‘escribiendo’ f = m dv/dt, y se verá inmediatamente que ninguno de los tres términos tiene prerrogativa especial sobre los otros dos; cualquiera podría ser tomado como sujeto de atribución de los otros dos. In re es una mera estructura funcional, es decir, la expresión de un vínculo de sustantividad y no de sustancialidad. Esto mismo acontece con las leyes físicas”; Sobre la esencia, op. cit., págs. 162-163. Creemos que este rasgo de la ley es lo que le gustaba a Zubiri y de allí su apego a la ciencia. La encuentra más cercana a los hechos que la filosofía hasta ahora vigente en su época.

[‡‡‡‡] Es importante señalar que la Trilogía sobre la dimensión teologal del hombre en la obra de Zubiri, está totalmente traspasada por el “estado constructo”. Zubiri no solamente estaba distanciado de la teología de corte latina, sino que se fue desprendiendo de la estructura formal de la teología griega anclada en el indoeuropeo sustancialista. En este alejamiento de la teología griega en su forma, es como se tiene que entender la importancia del constructo: “hombre ‘y’ Dios” que articula la experiencia teologal. Su bella obra sobre el Cristianismo que cierra su trilogía está pensada en clave constructa.

[§§§§] La Hermenéutica nunca ha dejado de pensar en términos sustancialista la realidad de los textos. De allí que los pensadores postmodernos como Derrida traten por todos los medios deconstruir el discurso racional (logocentrismo). Lo que intentan es pensar desde otro paradigma que no sea el sustancialista que se engendra en el indoeuropeo a través del pensamiento griego. Estos pensadores podrían encontrar en Zubiri una buena fundamentación de su proyecto filosófico. 

[*****] Esto fue lo que posibilitó, en cierta medida, el advenimiento del monoteísmo. Un monoteísmo indoeuropeo que se plasmó en la teología griega y luego en la latina con distintos caracteres. Pero el monoteísmo es más que un rasgo sustancialista de unidad. Esto lo vio muy bien Zubiri en su vida; de allí la necesidad de pensar una nueva teología más cercana a la semítica. Su teología es constructa. Por esto él piensa a Dios y al hombre como momentos, como notas de un constructo. Su bella obra El hombre y Dios tiene que ser pensada desde la “y” que articula las notas: hombre-Dios.  Por ejemplo, un tema que atraviesa el pensamiento zubiriano es el problema de la pericwrhsij de la Trinidad que constituye a lo divino mismo. Si se piensa la respuesta de Zubiri en forma superficial se puede llagar a decir que nuestro pensador está dando una solución desde la teología griega (y en contra, en cierto modo, de la teología latina), pero si se analiza con cuidado nos daremos cuenta que lo que se dice está pensado desde contenidos griegos, los cuales se articulan desde el constructo semítico. Los momentos de la Trinidad son notas constructas. Véase, Naturaleza, Historia y Dios, Alianza Editorial, Madrid, 1999, págs. 486-487 y El problema teologal del hombre: Cristianismo, Alianza Editorial, Madrid,  1997, págs. 140-142.

[†††††] Todos los temas importantes en el tratamiento filosófico de Zubiri son pensados como  notas. De aquí que sea tan importante esclarecer lo que significa dicho término. Pero lo tenemos que esclarecer no desde una interpretación sustancialista, sino de una constructa. En este ejemplo, la impresión se siente y se estudia como nota. 

[‡‡‡‡‡] El problema de pensar la nota es que ella se muestra en constructo, es decir, se manifiesta como notas. Al parecer solamente puede ser un concepto vacío pensar a una nota aislada. Siempre el término nota en su esencia mienta notas entre sí. Nota es una cierta articulación de notas. De allí que Zubiri a través de un guión (-) expresa la esencia misma de la nota. La nota-de significa enlace, ligadura de notas. Con el guión lo que pretende Zubiri es eliminar de raíz cualquier rasgo indoeuropeo del concepto de nota. Lo indicado siempre debe estar presente en un estudio del pensamiento de Zubiri. Olvidarlo o no atenderlo es no pensar lo que piensa su pensamiento.

[§§§§§] Zubiri siempre nos dice: “Cada nota es ‘nota-de’; ¿y de quién son todas las notas? Las unas respecto de las otras; es decir, son notas-de la unidad del sistema”; El problema teologal del hombre: Cristianismo, op. cit., pág. 382. Zubiri añada un “de” a nota porque en español es imposible mostrar el rasgo constructo de la realidad en el término mismo. El latín tenía flexión nominal, o sea, el genitivo para indicar la pertenencia del objeto al sujeto. El ejemplo típico de Zubiri es: “domus Petri”; literalmente “casa de-Pedro”.  Morfológicamente el “de” afecta a Pedro, pero lo que quiere mostrar Zubiri es un “de” afectando a casa. Y esto solamente se logra con el estado constructo de los semitas. Nuestro pensador necesita una “casa-de” Pedro. De allí construir la expresión formal de “nota-de” le significa forzando su lengua expresar algo que se dice en forma natural en lenguas semíticas.

[******] No olvidemos que al hablar de nota y de constructo se dice casi lo mismo. Y se dice tratando de jugarle una pasada al indoeuropeo. En español se acuña algo que en su esencia no se dice en español. Algo que debiera decirse más propiamente en lenguas semíticas.

[††††††] Aunque parezca redundante lo que se dice es la única forma en la que se puede decir. Y esto se debe al intento constante de evitar en el mismo lenguaje indoeuropeo lo indoeuropeo de éste. Es por esto lo reiterativo, en apariencia, del pensamiento de Zubiri. 

[‡‡‡‡‡‡] En esto se tiene que realizar una precisión. El sumerio no es semítico. Es una lengua por sí  misma que influenció a los semitas, por ejemplo, a los acadios. Y el hitita es indoeuropeo, pero en una versión muy arcaica e influenciado por los semitas. Solamente en las lenguas semitas aparece el “estado constructo”.

[§§§§§§] Véase el excelente texto: “En nuestras lenguas indoeuropeas, para expresar esta ‘relación’ [‘nota-de’] se pone en genitivo, mediante una flexión nominal, el sujeto ‘de’ quien es la cosa. Por ejemplo, para decir ‘casa de Pedro’ se dirá domus Petri, que literalmente es ‘casa de-Pedro’; el ‘de’ afecta morfológicamente a Pedro y no a casa. Pero en algunas lenguas semíticas, a veces quien se pone en genitivo (digámoslo así) es la casa, pues, lo que se quiere expresar formalmente es sólo la pertenencia de ella a Pedro [aquí encontramos la pertenencia de la nota  a la cosa en términos de constructo y que antes no sabíamos explicar, por ejemplo, el calor a la cosa]; y así se dirá ‘casa-de Pedro’. Es lo que se llama ‘estado constructo’ del nombre (casa), a diferencia del ‘estado absoluto’ en que queda Pedro. La casa no es casa ‘sin más’ sino que es formalmente ‘casa-de’ Pedro, mientras que éste es sólo el término inafectado y absoluto de esta singular ‘relación’. Juntos forman un todo unitario; por esto en el estado constructo, como es bien sabido, los dos términos forman una unidad semántica, morfológica y hasta prosódica, indisoluble”; Sobre la esencia, op. cit., págs. 289-290.

[*******] Véase, la conferencia íntegra de M. Heidegger, Tiempo y ser, op. cit. Esta interpretación de la sentencia, está tomada del lineamiento señalado por Heidegger en esta conferencia y representa el estado final (o presumible) de su pensamiento. La conferencia es de 1963.

[†††††††] La concepción de los griegos estaba anclada en el problema del ser. Y el ser se interpreta desde una concepción del tiempo no radical del todo. Zubiri quiere mostrar a lo largo de su obra el rasgo radical de la realidad y necesita mostrar su diferencia con la ontología del ser que abre un horizonte al tiempo. Zubiri una vez más, piensa desde el logos constructo y ve que en las lenguas utilizadas para expresar la  realidad se esconde el problema del olvido de la realidad: por la luminosidad del ser. La luz del ser oculta la luminaria de la realidad que da luz. Y se oculta tanto en el rasgo sustancialista como en el verbal de la lengua griega indoeuropea. Zubiri necesita mostrar que el rasgo temporal que nutre al verbo es consecutivo, derivado, ulterior, oblicuo a la realidad. Es solamente su expresión. Y de allí que cueste tanto en español mostrar la realidad, porque cuando se le intenta se termina expresando al ser y no se muestra lo constructo de la realidad. Por esto la incomodidad absoluta ante el lenguaje de nuestro pensador: “Como la acción es un momento de la realidad, el tiempo como modo de la acción sería eo ipso un modo de realidad… esto es imposible, y para aclarar las ideas recurramos, a título de ilustración, a la lingüística. Las lenguas tienen en general lo que se llaman verbos, a diferencia de nombres. Los verbos designan acción…Desde muy antiguo, se pensó que el verbo designaba la acción con connotación temporal. Así lo decían Platón y Aristóteles, y es trivial que el paradigma verbal se distribuye en tiempos: presente, pretérito, perfecto, futuro, etc.… Ahora bien, esto es una ilusión, de suyo la acción verbal no envuelve formalmente una connotación temporal. Y esto es ´lo esencial para nuestro problema. En las lenguas indoeuropeas todo verbo tiene lo que los lingüistas han llamado aspectos. La acción verbal, en efecto, puede tener diversos modos: ser puntual (como encontrar), cursiva (comer, nadar), iterativa (dormitar), perfectiva, incoativa, aorística, etc., etc. Estos aspectos son, justo, modos, de realidad y, sin embargo, carecen de suyo de connotación temporal. Para expresar el tiempo, o bien se recurre a preposiciones o bien a la índole propia de la acción. Una acción, como la de encontrar, en que su propia índole es un presente instantáneo; otras, como la de salir, se presentan en su aspecto perfectivo para expresar un estado ya logrado, etc. las lenguas indoeuropeas tienen gran riqueza de aspectos, pero se han ido perdiendo. El eslavo los conserva aún, así como el védico y el iranio; el griego sólo conserva el aoristo; el latín carece de aspectos. Las lenguas semíticas (por lo menos las que yo conozco, y entre ellas no está el árabe) no tienen sino dos formas verbales: una la que denota acción terminada (perfecto), otra que denota la acción no terminada (imperfecto). Son aspectos que carecen de suyo de connotación temporal. De aquí las dificultades con que todo principiante tropieza al traducir a nuestras lenguas un texto, por ejemplo, hebreo [este es el problema que tiene Zubiri, tiene que traducir en indoeuropeo algo propio del semítico]. ¿En qué tiempo lo expresa? Una acción imperfecta sirve bien para connotar algo que está ocurriendo, por tanto, un presente, pero también lo que va a ocurrir, un futuro. En cambio, la acción perfectiva sirve para connotar el pasado, etc. La sintaxis sirve para precisar estas connotaciones; por ejemplo, la inversión de connotación temporal, etc. Por consiguiente, lo privativo del verbo, aquello, que el verbo de suyo connota, es pura y simplemente la acción como modo de realidad. Y justo es  entonces cuando no tiene connotación temporal. La connotación temporal se impone al verbo mediante un sistema de desinencias y otros recursos morfológicos. Pero es siempre algo derivado”, Espacio. Tiempo. Materia., Alianza Editorial; Madrid, 1996, págs. 299-300. Sus innumerables traducciones de textos cuneiformes junto a su gran dominio de sumerio, acadio, hebreo, arameo, etc. en la exégesis bíblica le permitieron a Zubiri dar con el fondo radical de eso que quería determinar. Si nos damos cuenta es algo estructural, accional, por encima del ser y del tiempo. De ahí su distanciamiento radical con la fenomenología de Husserl y la ontología de Heidegger.

[‡‡‡‡‡‡‡] Zubiri a lo largo de su obra está diciendo que el problema del ‘es’, es un pseudo problema. Puesto que el ‘es’ no se puede eliminar de las sentencias por pertenecer estructuralmente a las lenguas indoeuropeas. Pero en otras lenguas, como las semíticas, no hay ‘es’. La célebre frase nominal se construye sin referencia alguna al ‘es’.

[§§§§§§§] Es interesante señalar que con Sobre la esencia comienza Zubiri su etapa metafísica, la cual está inscrita en el logos nominal constructo. Para la etapa ontológica tenemos su obra Naturaleza, Historia, Dios, la cual está trazada desde el logos analítico ontológico  de inspiración heideggeriana. Y finalmente para ver la etapa fenomenológica se puede cotejar su libro: Primeros escritos: 1921-1928, Alianza Editorial, Madrid, 2000; el cual está bosquejado desde el logos descriptivo fenomenológico de orientación husserliana. Es posible pensar que en el último Zubiri se estaba gestando un nuevo logos, pero no lo desarrolló del todo. Este sería un logos constructo actualizante, el cual nos deja en una nueva forma de afirmar la realidad. Respecto a este logos ni él mismo Zubiri lo tenía del todo prefijado. De allí la ambigüedad de sus escritos finales. Por una parte la realidad es afirmada desde las notas como constructa (este es el logos nominal constructo) y por otra parte la realidad está afirmada como una unidad ligante auto creativa en las notas mismas (este es el logos constructo actualizante). En este logos las notas quedan absorbidas en una unidad que las articula como totalidad.

[********] Véase, el brillante texto llamado:  4 Carácter propio de la búsqueda intelectiva. d) (este apartado no tiene título, pero podría llamarse El carácter concreto racional de la creación libre del contenido) de Inteligencia y Razón, op. cit.,  págs. 112-117.  El texto es notable. La profundidad del decir de Zubiri cobra aquí un sentido total. En breves páginas muestra lo esencial de su pensamiento y re-interpreta toda su obra. Desde la filosofía de la intelección se hace cargo de su metafísica. En este texto su Sobre la esencia cobra nueva vida y se actualiza. El pasaje es tal densidad que es necesario un artículo propio que lo interprete, pero está diseñado desde el logos nominal constructo. Esto nos permite decir con mucha seguridad que Zubiri hasta el final de su vida pensó la realidad desde una mirada de notas. Ya en sí mismas, ya en su unidad.

[††††††††] El juicio proposicional se estudia de modo explícito en Inteligencia y Logos, op. cit., págs 154-158. Aunque son muy pocas páginas para tratar este asunto tan importante, son páginas vitales.

[‡‡‡‡‡‡‡‡] Zubiri estudia este tipo de logos en Inteligencia y Logos, op. cit., págs. 152-154. Lo importante es mostrar que este logos no es solamente ante-predicativo como el logos proposicional, sino que también es ante-proposicional. Es un logos más radical que el constructo. Zubiri sabe que en el logos constructo se juega, en definitiva, una cierta propuesta sobre la realidad. Una propuesta que intenta dar unidad a las notas. Y como tal está mucho más mediatizado este logos que el logos posicional, que como indica el término es una posición de la realidad misma para ser afirmada. La realidad no esta “propuesta”, sino meramente “puesta”. “En esta ‘posición’ se ‘pone’ lo real aprehendido entero como realización. Por esto es por lo que lo llamo juicio posicional. El momento afirmativo de este juicio no se expresa con un nombre nuevo sino con un solo nombre substantivo en connotación afirmativa. Y esta connotación se expresa en la entonación, por ejemplo, exclamativa”; Inteligencia y Logos, op. Cit, pág. 154. Este juicio generalmente se muestra en exclamaciones. Por ejemplo: la afirmación: “¡GOL!” que expresa un aficionado de fútbol cuando está viendo un partido.

[§§§§§§§§] Este juicio Zubiri lo trata de manera implícita durante todo el libro. Este es el juicio que expresa a toda la filosofía. A veces parece que cuando nuestro pensador habla de la “filosofía tradicional” no quiere decir solamente realismo e idealismo, sino la filosofía hasta Heidegger mismo incluyendo la hermenéutica. Sin embargo, Zubiri realiza un detenido y fino análisis del juicio predicativo y lo re-orienta desde su concepción de la realidad. El juicio predicativo fundado en lo constructo de la realidad es lo que nos propone Zubiri. Esto lo estudia en Inteligencia y Logos, op. cit., págs. 158-168.

[*********] Respecto a la actualidad es necesario tener siempre presente: Inteligencia sentiente, Capítulo V: La índole esencial de la intelección sentiente, op. cit., págs. 133-169.

[†††††††††] Una vez más aparece Heidegger en la obra de Zubiri y ahora cerrando su Trilogía. El tema del entendimiento es el tema del Verstehen  heideggeriano, pero de modo sentiente. Allí Zubiri corrigió como gran discípulo a su maestro. Sein und Zeit  (“su gran libro” como lo llama Zubiri) necesitaba de estos tres volúmenes de Inteligencia sentiente, para que diera el fruto esperado. Zubiri siempre supo que Heidegger nunca escribiría la segunda parte de su libro célebre y lo sabía porque el sentir (y por ende la realidad) no estaba asumido. Véase, Inteligencia y Razón, op. cit., págs. 331-332

[‡‡‡‡‡‡‡‡‡] Sería muy importante analizar el problema del ser y su articulación constructa con la realidad, pero nos llevaría por dominios nuevos y más complejos. Sin embargo, se han dado señales para lograr una hermenéutica constructa de la realidad que de cuenta del problema del ser. 

[§§§§§§§§§] Respecto al tema de la verdad hay muchos pasajes de la obra de Zubiri que la tratan. Incluso tenemos el libro publicado de Zubiri:  El hombre y la verdad, Alianza Editorial, Madrid, 1999. Pero creemos que es en Inteligencia sentiente en donde se puede acceder de modo más acabado al problema de la verdad y la ratificación de ella misma. La realidad se impone como tal y en este mero carácter de imposición solamente se nos actualiza como real y ¡nada más! Ese rasgo de ser mera actualidad, de estar presente desde sí, es la ratificación de la realidad en la intelección. Zubiri sigue en esta obra actualizando todo su pensamiento. Y en el Capítulo VII: La realidad en la intelección sentiente:  la verdad real, op. cit., págs. 229-246, no solamente explica en qué consiste la verdad real, sino que en un Apéndice se cita a sí mismo. Y cita dos textos fundamentales de su obra en donde trata el tema de la verdad, desde distintas perspectivas. Uno es un texto clásico sobre la etimología del término verdad que se encuentra en Naturaleza, Historia, Dios, op. cit., págs. 38-39 y el otro, es un texto que versa sobre la ratificación y se encuentra en Sobre la esencia, op. cit., págs 131-132.  Ambos textos están tocados por la nueva interpretación que Zubiri hace de la realidad por medio del logos nominal constructo actualizante.

[**********] Véase, el brillante texto sobre el rasgo de expresión que está presente en la impresión de realidad: “Entonces esta ulterioridad [ser] tiene en la aprehensión un preciso carácter al que no aludí en la Primera Parte del estudio, pero que aquí es importante destacar. Lo real no es simple alteridad en afección sino que es real mismo remitiéndonos, en su propia formalidad, desde esta formalidad individual a su actualidad campal y mundanal, hacia su ‘ser’. Esta remisión física es una remisión ‘desde’ lo que en impresión nos es presente; por tanto, este ‘desde’ es rigurosamente un ex. La aprehensión primaria del ser de lo sustantivo es por esto ‘expresión’; es lo que está expreso en la ‘im-presión’ de realidad. el carácter formal de la ulterioridad aprehendida es aprehensión primordial es expresión…”, Inteligencia y Logos, op. cit., pág. 358. Este texto notable de Zubiri nos deja sumergido en el problema de la expresión  de la realidad. Problema que siempre se resuelve en una lengua concreta  en la que se está viviendo y que es dada por medio de la historia. El ser es ese momento de las notas que constantemente busca dar expresión  a la realidad. Y es el ser el momento que impide que Zubiri se exprese de modo adecuado.



[1] X. Zubiri, Inteligencia y Razón, Alianza Editorial, Madrid, 1983, pág. 114.

[2] Id., págs. 322-323.

[3] X. Zubiri, Inteligencia sentiente, Alianza Editorial, Madrid, 1981, pág. 12.

[4] Id., pág. 15.

[5] X. Zubiri, Estructura dinámica de la realidad, Alianza Editorial, Madrid, 1989, pág. 87.

[6] X. Zubiri,  Inteligencia y Logos, Alianza Editorial, Madrid,  1982,  pág. 22.

[7] X. Zubiri, Sobre la esencia, Alianza Editorial, Madrid, 1985, pág. 346.

[8] X. Zubiri, Inteligencia y Logos, op. cit., pág. 163.

[9] X. Zubiri, Sobre la esencia, op. cit., pág. 347.

[10] Id. págs. 8-9.

[11] X. Zubiri, Sobre la esencia, op. cit.  págs. 161-162

[12] X. Zubiri, Sobre la esencia, op. cit., pág. 353.

[13] X. Zubiri, Naturaleza, Historia, Dios,  op. cit, págs. 14-15.

[14] X. Zubiri, Sobre la esencia, op. cit., págs. 27-28.

[15] Heidegger, Mi camino en la fenomenología en Tiempo y Ser, Tecnos, Madrid, 1999, págs. 95-103.

[16] X. Zubiri, Sobre la esencia, págs. 452-453.

[17] X. Zubiri, Inteligencia y Logos, op. cit., pág. 238.

[18] Id., pág. 242.

[19] X. Zubiri,  El problema  filosófico de la historia de  las religiones, Alianza Editorial,  Madrid, 1993, pág. 75.

[20] X. Zubiri, El problema teologal del hombre: Cristianismo, op. cit.,  pág. 401.

[21] X. Zubiri, Inteligencia sentiente, op. cit, págs. 32-33. Es interesante ver que el vocablo nota Zubiri ya lo pensaba en 1941. Y lo piensa en términos parecidos a los de su obra madura. Véase, Ciencia y Realidad en Naturaleza, Historia y Dios,  op. Cit., pág. 95.

[22] X. Zubiri; Sobre la esencia, op. cit. pág. 104.

[23] X. Zubiri, Inteligencia sentiente, op. cit., pág. 15.

[24] X. Zubiri, Sobre la esencia, op. cit., pág. 289.

[25] X. Zubiri, El problema teologal del hombre: Cristianismo, op. Cit., págs. 401-402.

[26] X. Zubiri, Inteligencia y Logos, op. cit., pág. 346.

[27] Véase, la famosa Nota General sobre lo físico en Sobre la esencia, op. cit., pags. 11-13.

[28] X. Zubiri, Inteligencia sentiente, op. cit., págs. 22-23.

[29] X. Zubiri, Sobre la esencia, op. cit., pág. 12.

[30] Id., págs. 345-346.

[31] X. Zubiri, Inteligencia Sentiente, op. cit.,  pág. 56.

[32] X. Zubiri,  Los problemas fundamentales de la metafísica occidental, Alianza Editorial,  Madrid, 1994, pág. 92.

[33] X. Zubiri, Inteligencia y Logos, op. cit.,  págs. 345-346.

[34] Id. págs. 344-345.

[35] X. Zubir, Sobre la esencia, op. cit.,  págs. 354-355.

[36] Id. pág. 355.

[37] X. Zubiri, Inteligencia y Logos, op. cit., págs. 151-152.

[38] X. Zubiri, Inteligencia y Logos, op. cit., págs. 350-351.

[39] Id. pág. 12.

[40] Esto se ve en Inteligencia sentiente, Capítulo    VIII: Modo Primario de la intelección: la aprehensión primordial de realidad,. op. cit Y en especial en el Apartado 3: La aprehensión primordial de realidad; págs. 257-263.

[41] Véase, Inteligencia y Logos, Capítulo I: Introducción y Capítulo II: El campo de realidad op. Cit., págs. 11-43. Y Capítulo VI: La determinación del Logos en sí  misma, Apartado 4: Aprehensión primordial y evidencia, págs. 239-252.

[42] X. Zubiri, Inteligencia Y Razón, op. Cit., págs. 319-352.

[43] X, Zubiri, Inteligencia y Logos, op. cit., pág.155.

[44] Id., págs. 155-156.

[45] Id., págs. 156-157.

[46] Id., pág. 157.

[47] Id.

[48] Id. pág. 157.

[49] Id. págs. 157-158.

[50] X, Zubiri, Inteligencia y Logos, op. cit., pág. 343.

[51] X, Zubiri, Inteligencia y Razón, op. cit., págs. 333-334.

 

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